Château Lusseau

Este prestigioso Saint-Émilion Grand Cru, a unos 35 kilómetros al noroeste de Burdeos, despunta por sus vinos de carácter, capaces de rivalizar con las grandes elaboraciones de las afamadas casas vecinas.

En sintonía con los tiempos, el enólogo treintañero Bérengère Quellien, heredero del conde de Grandvilliers, lleva a la práctica los principios de la agricultura ecológica para crear cada año vinos únicos y auténticos.

El rechazo sistemático a los pesticidas en su viñedo, la cosecha manual y el desbroce mecánico son prácticas habituales en Château Lusseau. De hecho, en 2007 realizaron su conversión hacia lo orgánico con el objetivo de buscar la máxima expresión del terruño. 

Esto supone regresar a los valores ancestrales que hacen que observar la naturaleza sea algo obvio cuando se trabaja en ella. Por eso en Château Lusseau utilizan como feritilizantes ortigas, cola de caballo, helecho... y para contrarrestar enfermedades únicamente cobre y azufre, nada de productos químicos y de síntesis. 

Por tanto, esta bodega es un ejemplo de que el respeto al medioambiente y la calidad pueden y deben ir de la mano. 

Las uvas utilizadas en Château Lusseau son tintas y blancas en iguales proporciones. De las primeras: Merlot (55%), Cabernet sauvignon (40%) y Malbec (5%). Y de las segundas: Sauvignon blanc (50%), Sémillon (45%) y Muscadelle (5%).