Una familia con cuatro generaciones dedicadas al vino
“Barahonda tiene su origen en la naturaleza. Hunde sus raíces en la tradición y la tierra de este lugar único en el mundo. Entrega un gran producto con carácter, técnicamente refinado por la mano del hombre”.
Este es el prefacio con el que se abre cualquier presentación de esta bodega familiar, cuya andadura se remonta nada menos que a hace dos siglos. En 1850 D. Pedro Candela Soriano, un comercial que vendía sus vinos elaborados en las tinajas de su pequeña bodega, se convirtió en el embrión de Barahonda, una bodega que hoy cuenta con una imagen acorde a los tiempos, pues esa es su filosofía: combinar raíces y modernidad.
Durante el primer cuarto del siglo XX su hijo Antonio inició el camino de una de las empresas con más tradición vitivinícola de Yecla, y en 1954 D. Antonio comenzó a comercializar esos vinos bajo el nombre de Bodegas Antonio Candela. Entonces su producción era de 250.000 litros de mosto al año.
Con el antecedente de D. Pedro y D. Antonio, en los años 90 la cuarta generación de la familia Candela decidió implantar una nueva filosofía de vinos ligada a la innovación, creando así Bodegas Barahonda, dedicada en exclusiva a la elaboración de vinos de calidad embotellados dentro de la D.O. Yecla.
Barahonda se encuentra en una zona de transición entre la meseta y el mar Mediterráneo, rodeada por un anillo de montañas bajas y sierras con una altitud de vinedos que oscila entre los 400 y 500 metros en la zona denominada Campo Abajo, y entre los 700 y 800 en la llamada Campo Arriba.
El clima es continental con influencias mediterráneas, lo que lo hace distintivo de la climatología predominante en el resto de la región. Aquí las grandes oscilaciones térmicas son constantes. Se pasa de los 6 grados bajo cero del invierno a los 40 positivos del verano, un factor que ayuda al desarrollo de la vid. Esto se traduce en una maduración lenta, obteniéndose una mayor concentración de componentes beneficiosos en las uvas para la obtención de vinos de alta calidad con intensidad de sabores, colores y aromas.
Se trata de la variedad autóctona tinta por excelencia de la denominación yeclana, ya que se adapta perfectamente a las condiciones climáticas mencionadas y a los largos periodos de sequía.
Una de la grandes ventajas de la uva Monastrell, además de ofrecer unos vinos muy particulares y personales, es que es una variedad que difícilmente se adapta a otras regiones vinícolas, lo que origina vinos muy difíciles de igualar en otra zona del planeta.