Debido al alto volumen de pedidos, las fechas de entrega pueden sufrir temporalmente algunos retrasos. Sentimos las molestias
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Septiembre de 2016. Un grupo de inquietos aficionados al vino cruza las puertas de Descalzos Viejos. Lo demás es la historia de amor de una noche de verano que os pasamos a contar. [break]
Esa cuadrilla de winelovers no es otra que la formada por nosotros mismos, el equipo de BODEBOCA. Algunos ya habíamos oído hablar de esta singular bodega rondeña, otros no, pero todos al unísono salimos flechados de este mágico lugar en el que el tiempo parece detenerse.
A nuestra llegada nos apresuramos a asomarnos al balcón natural que es la parte alta de la finca, que brinda unas increíbles vistas a las faldas del Tajo de Ronda. Ante nosotros tenemos un impresionante cortado que parece bendecido para el cultivo de la vid por su singular climatología y por la diversidad de suelos, sin saber todavía que sobre ellos se cultivan hasta 7 variedades distintas de uva.
Mientras contemplamos embelesados la estampa, una voz nos sorprende a nuestras espaldas: “¡Hombre, los Bodebocas!”. Quien pronuncia esas palabras es Paco Retamero, arquitecto y propietario junto a Flavio Salesi de la finca desde 1998. Paco está dispuesto a embarcarnos en un viaje absolutamente increíble al que estamos estregados desde el principio.
Con él recorremos los distintos rincones de la finca, un lugar en el que se respiran los cinco siglos de historia que lo contemplan. Nos cuenta que el lugar comenzó siendo una ermita que en 1505 ocupó la Orden Trinitaria gracias al privilegio real de la reina Doña Juana I de Castilla, y que posteriormente fue habitado por otra orden religiosa llamada Descalzos que permaneció allí hasta mediados del XVII. Más tarde el lugar se utilizó para el cultivo agrícola y ganadero hasta que ellos lo adquirieron a finales del siglo XX para crear su estudio de arquitectura y una bodega destinada a la elaboración de vinos singulares aprovechando el viñedo recién plantado entonces en la parte baja de la propiedad.
Atravesamos después la parte trasera, dominada por un bello jardín abancalado con árboles frutales que incluye hasta un nacimiento de agua para delicia del sosiego que se respira , sólo interrumpido por el maullido de los gatos de la casa. Pero el plato fuerte llega cuando entramos al edificio de bodega y vemos la sala de crianza. “¡Pero si parece que estamos en una iglesia!”, decimos todos. Y es que, efectivamente, los frescos de la antigua ermita permanecen ahí tras un soberbio trabajo de rehabilitación que en 2007 mereció la Mención de Honor en los Premios Málaga de Arquitectura en la modalidad de Restauración.
Está ya anocheciendo y Paco nos invita a disfrutar de los últimos rayos de sol en el exterior con una cata de sus vinos. Fuera nos espera Vicente Inat, el enólogo de la casa. Juntos compartimos descorches y risas, intercambiamos opiniones sobre el proceso de elaboración de los vinos, y nos miramos con la seguridad de que esta experiencia no puede quedarse en Ronda. ¿Qué mejor que darla a conocer a través de una Venta Privada?
Así que aquí estamos, cinco meses después, presentándoos este trocito de Ronda del que se obtienen unos vinos muy especiales. Si el tiempo os lo permite, os recomendamos visitar en persona a Paco, Flavio y Vicente y vivir lo que nosotros sentimos en esa cálida tarde de septiembre. Pero si no es posible, os invitamos a viajar hasta allí a través de sus vinos, y para muestra os traemos 6 vinos 6, porque en Ronda si de algo entienden más que de vino es de argot taurino.
Descalzos Viejos es el nombre de una original bodega ubicada a las faldas del Tajo de Ronda, sobre un antiguo convento trinitario cuyo origen se remonta al año 1.505.
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