Descripción

De las viñas más viejas de la finca homónima de La Vicalanda, como su propio nombre indica, nace este monovarietal de Tempranillo con el que Bodegas Bilbaínas logra la máxima expresión del terruño de una de las zonas más privilegiadas de Rioja, la emblemática Haro. Un vino, en palabras de Zekun Shuai, editor senior del sitio web de James Suckling, "largo y bastante refinado y enérgico"

Ficha técnica

La bodega
Tipo
Tinto
Añada
2020
Grado
14.5% vol.
Subzona
Rioja Alta
Variedad
100% Tempranillo
Origen
Rioja

Cata

Vista
De color ojo granate intenso con reflejos púrpura.
Nariz
Tinto intenso y elegante, con aromas muy profundos a fruta negra, violetas y tonos ahumadas sobre un fondo balsámico y mineral.
Boca
Muy carnosa, potente y estructurada. Entrada aterciopelada que da paso a un paso muy equilibrado. Gran cuerpo y persistencia.
Temperatura de servicio
16 °C.

Viñedo y elaboración

Nombre
La Vicalanda.
Descripción
Selección de uvas de viñedos viejos localizados concretamente en Haro, y cerca de la bodega. Todo el trabajo en estas parcelas se realiza manualmente con personal altamente cualificado y de acuerdo a principios sostenibles, utilizando prácticas respetuosas con el medioambiente, sin pesticidas, insecticidas ni herbicidas.
Superficie
10,5 hectáreas.
Edad
Cepas de más de 35 años.
Rendimiento
4.000 kilogramos por hectárea.
Vinificación
Las cajas con las uvas cosechadas se refrigeraron (4 °C) durante 24 horas antes de la selección manual. Tras este proceso, sólo las más selectas se maceraron en frío antes de iniciar la fermentación alcohólica. Ésta tuvo lugar durante 10 días a 28 °C, tras lo cual se realizó una maceración con los hollejos durante al menos dos semanas más. La fermentación maloláctica aconteció en barricas de roble francés. Tanto la fermentación alcohólica como la maloláctica fueron de forma espontánea gracias a la acción de la flora microbiana autóctona de los viñedos. La fermentación maloláctica se produjo en barricas de roble francés.
Envejecimiento
Crianza de al menos 12 meses en foudres y tinas roble francés Allier. En este tiempo, el vino se trasegó varias veces para limpiarlo de forma natural y evitar tratamientos posteriores. Una vez embotellado pasó un mínimo de 24 meses más afinándose.