Vuelve este clásico ribereño, y lo hace con una de las colecciones más amplias que hemos presentado nunca. Desde su blanco fermentado en barrica hasta su tinto de Pago más exclusivo. [break]
Matarromera es una de esas bodegas sin las que no se podría concebir la Ribera del Duero. Sus vinos están entre los más conocidos de esta zona, y cuentan con el aval de uno de los hombres con más experiencia del sector: Carlos Moro.
Él fue quien hace casi 30 años fundó Matarromera en el corazón de la Ribera vallisoletana. Después llegaron muchos otros que han ayudado a prestigiar la región, pero el nombre de Ribera del Duero y de esta bodega siempre han estado muy unidos.
El tesoro más preciado de esta casa es su viñedo. En sus 200 hectáreas, ubicadas en el entorno de Valbuena y Olivares de Duero, predomina la Tinto fino o Tempranillo, aunque también hay hueco para cepas de Cabernet sauvignon y Merlot que llegan a alcanzar el medio siglo de edad. Y para elaborar su blanco fermentado en barrica, nada como la Verdejo, la uva blanca reina del viñedo castellanoleonés, embotellada ya bajo la D.O. Rueda.
Sus vinos de corte más tradicional, como es el caso del Crianza, Reserva y Gran Reserva, están ideados siguiendo el modelo tradicional ribereño, tanto desde el punto de vista de categorización como de su elaboración, llevando a cabo una vinificación clásica.
Otra de las particularidades de esta bodega es su compromiso ambiental, algo de lo que Carlos Moro se siente especialmente orgulloso. Y es que en Matarromera todo está diseñado para potenciar la iluminación natural, gozando de un óptimo aislamiento y contando con un sistema de aprovechamiento de aguas pluviales y residuales para el riego del viñedo. También utilizan energías renovables (biomasa, fotovoltaica y solar) y son pioneros en la medición de la huella de carbono, es decir, la repercusión ambiental que tiene la producción de algunos de sus vinos.
La mejor muestra de esa búsqueda de la excelencia está en dos de sus vinos más especiales: Prestigio y Pago de las Solanas. Ambos están elaborados con uvas procedentes de su viñedo más icónico, situado en el Pago de las Solanas, en plena milla de oro. Ambos suelen contar con lasmejores puntuaciones de la bodega. Basta comprobar los 95 puntos Parker de su Pago de las Solanas 2001, un vino concebido para una larga guarda que sigue estando en un estupendo momento de forma.