Ermita del Conde

Nos hemos propuesto empezar 2018 conociendo nuevos proyectos en zonas en las que parece que está todo visto. A este grupo de bodegas-hallazgo pertenece Ermita del Conde. [break]

Emita del Conde es un proyecto eminentemente familiar, con producciones muy controladas y elaboraciones cuidadas al máximo, con crianzas prolongadas que impiden que los vinos lleguen a nuestras manos antes de que estén perfectamente redondeados. Estas virtudes no han pasado inadvertidas para los hombres de Parker y Peñín, quienes han valorado las añadas que os presentamos con un mínimo de 90 puntos.

Para llevar a cabo esta labor, los responsables de Ermita del Conde trabajan con un total de 20 hectáreas de viñedo (la mitad en propiedad y la otra mitad arrendadas). Por un lado hablamos de cepas viejísimas, que en algunos casos superan los cien años de antigüedad, supervivientes de la filoxera. Además, estas vetustas vides se asientan sobre un mosaico de suelos a casi mil metros de altitud, favoreciendo la obtención de vinos frescos, con diversos matices y marcada personalidad.

Estos factores permiten a los encargados de Ermita trabajar con un materia prima de primera calidad, retomando así la arraigada tradición vinícola de Coruña del Conde, un pequeño pueblo burgalés con vestigios vitivinícolas desde la época celtíbera y romana. En esta localidad es donde se asienta la bodega, que fue fundada hace solo poco más de diez años con el propósito de revitalizar tanto el patrimonio natural de la comarca como la actividad de sus gentes.

En Ermita del Conde enseñan a viticultores veteranos y a sus hijos cómo recuperar viñedos centenarios. Es una labor que se materializa en otra de las facetas más interesantes de esta casa: la recuperación de viñas centenarias de Albillo, con la que elaboran el que seguramente es el vino más singular de su cartera: el Albillo Centenario, un blanco sorprendente que nos entusiasmó en cata y que en Peñín han valorado con 94 puntazos.

De las propuestas tintas de la casa, podemos elegir entre Ermita y Pago del Conde. El primero es la mejor opción si optamos por un vino que satisfaga la siempre demandada relación calidad-precio, y el segundo es óptimo para los que quieran dar un paso más, ya que se trata del vino premium de la casa, con una producción de apenas 4.000 botellas. En definitiva, un vino ideado para disfrutar sin prisa, en una de estas frías tardes invernales que agradecen un trago largo como acompañante.