Artífice

En 2014 os hablamos por primera vez del viticultor tinerfeño Borja Pérez. Hoy os traemos su última apuesta, Artífice, un homenaje a su tierra y a sus gentes. [break]

Borja, antiguo mecánico y conductor de camiones de bomberos, dio en 2011 el paso que le colocó al frente del proyecto familiar al que renombró Ignios Orígenes. Tras despuntar en el mercado con su gama Ignios, ha desarrollado una colección algo más asequible con la que poner en valor tanto a los pequeños viticultores como a las variedades de su zona. Un acierto.

Ante nosotros cuatro vinos que podríamos definir como “pura canariedad embotellada”. No solo por sus viñedos de procedencia (pequeñas parcelas de distintos viticultores situadas en municipios del norte de la isla a los que Borja compra la uva), sino también por las variedades con las que están elaborados y por el proceso mediante el que se obtienen, que trata de preservar el carácter y la esencia de un clima, un suelo y unas uvas con una personalidad arrebatadora. Todos ellos cuentan, además, con el beneplácito de la crítica, con valoraciones entre los 93+ y los 94 puntos, y lo mejor es que son auténticos, un concepto que define el lujo del siglo XXI.

Artífice se compone de un tinto de Listán negro vinificado tanto en acero inoxidable como en hormigón para después pasar por madera y tres blancos. Entre ellos, uno elaborado mayoritariamente con Listán blanco que el crítico Tim Atkin ha calificado como “una de las mejores gangas de Tenerife”. Mención aparte merece Vidueños, compuesto por hasta cinco variedades autóctonas, muchas de ellas desconocidas para el gran público. Un pequeño diamante de menos de 5.000 botellas que nos transportará a los verdes y rocosos parajes en los que nace.

Las cuatro referencias tienen algo en común: el propósito de rendir homenaje a todas las personas del campo que han hecho de la agricultura su modo de vida, preservando el patrimonio vinícola de la isla. Es por ello que un sorbo de cualquiera de estos vinos es un agradecimiento a estos hombres y mujeres y una apuesta por descubrir terruños y variedades que escapan de lo habitual.

¿Qué esperar de ellos? Un carácter muy canario marcado por su clima atlántico y por la influencia de los vientos alisios, así como por los suelos volcánicos que aportan un toque reductivo que, lejos de ser un defecto, refleja la singularidad de un lugar distinto.

Aquí el protagonismo está en el suelo y en lo que es capaz de transmitir a la copa, y sobre todo en la fruta; por eso no encontraremos exceso de maderas sino puro ‘atlanticismo’ en forma de mineralidad, toques herbáceos, fluidez y mucha, mucha frescura. Y es que siempre es buen momento para volver a las Islas Afortunadas, aunque solo sea a través de una botella.