Versos de Valtuille

Con la llegada de César Márquez a la dirección enológica de los vinos de la familia Estévez, el impulso hacia metas muy ambiciosas está garantizado. [break]

Conocido por ser sobrino del afamado Raúl Pérez, César ha forjado ya una sólida carrera propia. Aunque muchos lo llaman promesa del vino español, lo cierto es que ya se ha pasado el juego. Su fichaje marca un antes y un después para este proyecto que no solo ha conquistado nuestros paladares, sino también el de Luis Gutiérrez, quien ha premiado su buen hacer en el último informe de The Wine Advocate.

Desde los vinos de entrada hasta los de villa y los parcelarios, todos muestran autenticidad y una calidad sobresaliente, con una relación calidad-precio que roza lo inaudito.

Entre ellos destaca el godello joven: fresco, lleno de fruta, con una acidez vibrante que lo hace irresistible. Junto al mencía de entrada de gama y al vino de villa, forman un tridente perfecto para iniciarse en el universo Estévez.

El viaje continúa con los parcelarios, auténticas piezas de autor. Aquí es donde el trabajo de César Márquez brilla con luz propia. Cada uno refleja con claridad el perfil y carácter del viñedo del que procede.

Entre los tintos, Villegas y Casares sobresalen con 94 y 94+ puntos Parker respectivamente. Ambos ofrecen complejidad, elegancia y una profundidad inesperada para su precio. Y luego está La Vitoriana, que se sitúa en lo más alto del proyecto con 95 puntos Parker y una personalidad desbordante. Pero si hay un vino que emociona, ese es El Rapolao: una nariz intensísima, fruta roja, flores moradas y una complejidad que dejó sin palabras a buena parte del equipo. La joya de la corona.