El 23 de abril es el día de San Jorge, patrón de Aragón, y por eso no hay mejor fecha que esta para presentaros las nuevas añadas de algunos de los vinos top de la región, que paradójicamente son obra de un escocés. [break]
El artífice de estas joyas líquidas no es otro que Norrel Robertson, y no se trata de un elaborador cualquiera, ya que forma parte del reducido número de 'Masters of Wine' que residen en nuestro país. Desde Calatayud, Norrel ha lanzado al estrellato vinos que sorprenden en un primer momento por sus irreverentes nombres, pero que esconden por dentro auténticos tesoros muy apreciados por la crítica.
En esta ocasión queremos poner el foco en el que seguramente es el vino con el nombre más sonoro de todo el porfolio de este ‘scottish-maño’. Se trata de Manda Huevos, un tinto en el que la clásica Garnacha de la zona es acompañada por una serie de variedades más minoritarias como la Moristel, la Bobal o la Garnacha blanca para componer un ‘coupage’ de lo más mestizo. Un vino que está al margen de las normas de la denominación de origen, y en el que se pone de manifiesto la intuición y el buen hacer de un auténtico genio. ¿El resultado? 94+ puntos Parker por solo 16,90€, una ecuación a la que es muy difícil decir que no.
Pero hay mucho más que descubrir en el trabajo de este atípico escocés asentado en tierras aragonesas. Y es que aunque Manda Huevos puede ser la forma más apetecible para entrar de lleno en el mundo de este winemaker, el catálogo de Norrel esconde más sorpresas. Un ejemplo lo encontramos en otro vino de título sinigual y excelente relación calidad-precio: El Mondongo, del que apenas se elaboran 5.000 botellas. Hablamos de un tinto nacido de cuatro parcelas especialmente seleccionadas en el que se vuelven a mezclar variedades de lo más diversas, consiguiendo un vino que de nuevo se mueve fuera de las convenciones establecidas, pero que deja muy satisfechos a los prescriptores más influyentes, como reflejan sus 93 puntos Parker o sus 92 Peñín.
¿Y qué decir de El Cismático? Seguramente el vino más exclusivo de Norrel, cuyo nombre ya es toda una declaración de intenciones, pues habla precisamente de la segregación del pensamiento dominante. Aquí sí nos encontramos con un monovarietal de Garnacha aragonesa procedente de viñas en altura con una media de 80 años, un vino concebido para perdurar durante décadas que ha sido valorado con 95 puntos Parker, por lo que vale cada uno de los céntimos que cuesta.
Todas son pequeñas joyas que permiten conocer la personalidad de un elaborador que nunca deja indiferente a nadie, que podría vivir en cualquier lugar del mundo pero que eligió hacerlo en plena España vacía, que tiene una extraordinaria capacidad para hacer fácil lo difícil, que a muchos kilómetros del mar es capaz de navegar a contracorriente, y que venera tanto como nosotros una de las variedades más nuestras: la Garnacha.
Norrel Robertson, el Escocés Volante, llegó a Calatayud hace más de diez años buscando un lugar bien comunicado que le permitiese continuar su labor de asesor enológico en diferentes proyectos vitícolas en España y el sur de Francia.
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