Bodegas Bohórquez

Mientras estudiaba Ingeniería de Agrónomos en Madrid, el jerezano Javier Bohórquez pateaba distintas zonas vinícolas que le quedaban a mano hasta dar con una parcela en Pesquera de Duero donde hoy se asienta su coqueta bodega ribereña. [break]

Eran los años 90 y lo que entonces no sabía ni el propio Javier (actual propietario de la bodega) era que esa primera parcela que adquirió a unos paisanos de la zona iba a comportarse tan bien como para plantearse dar el paso de viticultor a elaborador. “Pensamos que esas uvas las podíamos aprovechar en primera persona y empezamos a construir una bodega familiar integrada en el entorno”, cuenta.

En el año 2002 tuvo lugar el primer embotellado de la casa, y desde entonces, el tiempo ha dado la razón a Javier, que asesorado por el enólogo César Muñoz, ha creado riberas elegantes y agradecidos que han obtenido el respaldo tanto del público como de la crítica.

Gran parte del secreto del éxito de los vinos de Bohórquez está en sus viñedos, situados en su mayoría en el Pago de Valderramiro, a 900 metros de altitud y sobre un suelo pobre de nutrientes y muy pedregoso. Son viñedos ubicados a escasos metros del curso alto del río Duero y que están sometidos a un ambiente climatológico más bien hostil que fuerza a las cepas a trabajar en condiciones capaces de trasladar a sus racimos de hollejo firme toda la esencia del terruño.

En Bohórquez elaboran con Tinta Fina (Tempranillo), pero también con Cabernet sauvignon y Merlot, dando así lugar a un coupage no demasiado habitual en la zona donde la Tempranillo aporta elegancia y mineralidad, la Cabernet acidez y estructura y la Merlot unos característicos aromas de fruta roja madura.

Los dos vinos de esta Venta Privada cuentan con una representación de estas tres variedades. Cardela es el vino más joven, y con su nombre se homenajea a las raíces sureñas de Javier, ya que Cardela es también el nombre de una dehesa propiedad de su familia. Y por último, Bohórquez es el gran vino que Javier soñaba con crear en estas tierras de Ribera del Duero, un tinto elegante y fresco, capaz integrar armoniosamente fruta y taninos, un buen representante de la región que el tiempo ha terminado de afinar para entregarnos un gran tinto lleno de sensaciones complejas y delicadas.