Entre los numerosos fans de la familia Gil hay dos vinos especialmente apreciados: Clio y El Nido. Ambos están entre los más prestigiosos de Jumilla, contribuyendo así a la pujanza de esta denominación mediterránea. [break]
Todo comenzó en el 2001, cuando los Gil Vera, acompañados por Jorge Ordóñez y el prestigioso enólogo australiano Chris Ringland apostaron por un viejo viñedo de Monastrell cuya edad sólo se podía confirmar de forma oral, ya que los registros que testificaban su año de plantación se perdieron durante la Guerra Civil.
Estas vetustas vides, cuya edad se estima entre los 75 y los 90 años, tienen la singularidad de entregar un rendimiento realmente bajo, de 600 gramos por cepa, una cifra tan escasa que ni el propio Miguel Gil, curtido en estas lides, conoce otro viñedo similar en otro rincón del mundo.
Todas estas cepas están plantadas con la autóctona Monastrell, una uva que vive un gran momento de forma y por la que cada vez apuestan más bodegas del arco Mediterráneo, al ser una de las variedades que mejor aguantan las complejas condiciones climatológicas de la zona, marcadas por las sequías y las altas temperaturas.
El carácter de esta uva se expresa tanto en Clio como en El Nido. El primero es un vino cuya añada 2015 acaba de salir a la venta después de un par de años de crianza. Constituye la gama más adaptada al bolsillo del gran consumidor, una oportunidad perfecta para conocer la gama más premium de una de las familias vinícolas más conocidas del sureste español,. Y para los que quieran dar un paso más, nada como El Nido, uno de los tintos top de nuestro país, con una producción tan limitada que permite que sólo tengamos unas pocas botellas a vuestra disposición, por lo que os animamos a daros un capricho con él antes de que se agote.
A finales de 2001, la familia Gil Vera inició un nuevo proyecto en colaboración con el prestigioso enólogo australiano Chris Ringland, de Barossa Valley.
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