La ínsula francesa de azules infinitos esconde entre el verde de su exuberancia natural y salvaje también el de un viñedo único de tradición milenaria que hoy te invitamos a explorar.[break]
Sant Armettu y Orenga de Gaffory, dos de los principales domaines de Córcega, son los cicerones de excepción que hemos escogido para esta travesía que te sorprenderá tanto como sus vinos a nuestro comité de cata. ¿Preparado para embarcar?
Inspiración de artistas, cuna de Napoleón Bonaparte, la bautizada por los griegos Kallisté (La más bonita), es prácticamente una montaña anclada en el mar. Sus cumbres alcanzan los 2.710 metros de altitud, y sus afilados acantilados y paradisíacas playas dan paso a un interior rocoso y boscoso, con multitud de valles y laderas que dan cuenta de la riqueza de su terruño.
Una diversidad que también se traduce en sus variedades autóctonas (más de una treintena), la mayoría influenciadas en su nombre por los romanos, impulsores del cultivo de la vid en la isla. Con el paso de los siglos, la mayoría de estas cepas cayeron en el olvido, pero la apuesta por la recuperación de la tradición de bodegas como Sant Armettu y Domaine Orenga de Gaffory han vuelto a poner el foco sobre ellas. Así entre las propuestas que te traemos encontrarás tintos de Niellucciu, Sciaccarellu o Minustellu y blancos de Vermentinu o Biancu ghjentile, las castas corsas más emblemáticas.
Si bien es cierto que todas se ven favorecidas por un clima mediterráneo común de veranos calurosos y secos e inviernos suaves, la diferencia entre norte y sur insular es palpable. De esta forma, los vinos de Orenga de Gaffory, nacidos de viñedos plantados al pie del cabo Corse, la mayoría bajo la D.O.Patrimonio, la más célebre de Córcega, muestran un perfil más clásico con tintos intensos, profundos, cálidos y especiados y blancos austeros, cuya fina madera se encuentra muy bien integrada.
Más delicadas y aromáticas, sin embargo, resultan las creaciones de Sant Armettu, procedentes del suroeste, concretamente de la región de Sartène. La viveza de sus tintos, revestidos de notas de fresa y especias, y la facilidad de trago y armonía de sus blancos constituyen todo un hallazgo. Un flechazo absoluto al que te entregarás y que te hará susurrar: Oh la la, la Corse!