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En Alsacia hay vida más allá del venerado riesling y aquí traemos dos ejemplos de ello. Una dupla efervescente para gozarlo a lo grande. [break]
El linaje de los dos apellidos que conforman esta bodega se remonta a 1793, así que alguna experiencia en esto de hacer vino tienen. Están ligados a la tradición, pero también miran al futuro. Por esta razón practican una viticultura ecológica con la que consiguen calidad y muestran respeto a su entorno. Aquí hay motivos de sobra para probar algo nuevo, palabra.
Primer motivo: explorar un espumoso de una región inesperada. Nos encontramos en Wettolsheim, a pocos kilómetros de Colmar. La influencia alsaciana se percibe en variedades autóctonas como la Auxerrois, la Pinot blanc o la Pinot gris que crecen en unas colinas de arcilla y material calcáreo que son una explosión de belleza.
Segundo motivo: triunfar en tus próximos saraos. Llega el buen tiempo y las reuniones con familia y amigos se multiplican. Si estás leyendo estas líneas estamos convencidos de que eres más de organizar que de visitar, por eso tener algo que sorprenda es un arma valiosa para afrontar cualquier batalla hedonista. Estos crémants cuentan con la suficiente versatilidad para adaptarse a cualquier aperitivo o comida. Fruta, delicadeza y frescura.
Tercer motivo: se pueden comprar por palés. Encontrar hoy en día unas burbujas con tantos ingredientes para triunfar por menos de 13€ se antoja complicado. Tanto si eres de brut tradicional como si eres de rosé te vas a hacer socio del club de fans de esta casa.
Esta bodega alsaciana se fundó en 1948 por parte de Joseph Wunsch y Joseph Mann cuyas familias ya elaboraban vino desde 1793.
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