Premios en el mundo vinícola hay muchos, pero pocos tan prestigiosos como los International Wine Challenge Merchant, considerados ‘los Oscars del vino’. [break]
Para el jurado de este certamen, compuesto por contrastados especialistas del sector entre los que se encuentran algunos Master of Wine, Secastilla 2012 es el mejor vino tinto de España en 2017. Todo un espaldarazo para una de las gamas más cuidadas de Viñas del Vero, la icónica bodega del Somontano que también sabe hacer grandes vinos fuera de las variedades foráneas que tanto caracterizan a esta D.O.
¿Y cuáles han sido los méritos de Secastilla para recibir tan importante premio? Principalmente, la singularidad de su zona de origen, un recóndito valle ubicado en el noreste del Somontano, a los pies de los Pirineos. También se ha valorado su viticultura, propia de regiones de montaña, y su trabajada vendimia manual, que hace de este vino una joya de elaboración casi artesanal. Sin olvidar el trabajo en bodega, del que se encarga el enólogo José Ferrer, principal artífice de este éxito.
Dicen quienes lo conocen que el Valle de Secastilla, del que toma su nombre este vino, es especial por su microclima de tipo mediterráneo, por sus tradiciones matriarcales (aquí las herencias se transmiten a las hijas para evitar la pérdida de la hacienda en la rama femenina), por sus curiosos accidentes geográficos y por su exuberante naturaleza, habitada por buitres, milanos, búhos, tejones, corzos y jabalíes.
Fueron los romanos los primeros que empezaron a cultivar aquí la Vitis vinífera en el siglo I antes de Cristo. Mientras defendían el territorio de invasiones musulmanas a través de los siete castillos que dan nombre al valle, estos antiguos moradores altoaragoneses todavía tenían tiempo de elaborar unos vinos muy apreciados para la época. Viñas del Vero llegó a la región veintiún siglos después, pero lo hizo para recuperar esa parte de su historia, volviendo a trabajar las garnachas ancestrales de la zona, que tanto carácter y singularidad habían dado a sus vinos.
Secastilla es el que mejor representa esta filosofía. Y aunque no es ni mucho menos un vino con un elevado precio, tiene un hermano pequeño todavía más asequible: La Miranda de Secastilla, con una formidable relación placer-precio. De él nos ha llamado especialmente la atención su composición, en la que hay lugar para la desconocida Parraleta. Esta delicada uva, autóctona del Somontano, llegó a representar en 1975 el 22% de la superficie total de esta denominación, aunque actualmente representa menos del 1%. Así que si sois de los que os gusta descubrir variedades minoritarias, este vino está pensado para vosotros. Su ensamblaje junto a la Garnacha y la Syrah es todo un acierto, y el empeño de Viñas del Vero en que no desaparezca, un acto que elogiar.
Viñas del Vero, bodega altoaragonesa perteneciente a Familia de Vinos de González Byass desde 2008, debe su nombre al río homónimo que por angostos barrancos y cañones desciende de los Pirineos para morir en el Cinca.
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