Son pocas las viñas que podemos encontrar en Teruel. Sin embargo, las que sí hunden sus raíces en esta tierra son verdaderas joyas, y Jesús Romero, junto a Juanvi Alcañiz, custodian este tesoro.[break]
Este proyecto nace del deseo de ambos enólogos de recuperar viñedo abandonado. Para ello seleccionaron parcelas de montaña que habían sido dejadas a su suerte para volver a poner en valor una tierra donde la viticultura tuvo una gran relevancia tiempo atrás.
Dichos viñedos se encuentran a una altitud considerable, de entre 800 y 1.050 metros sobre el nivel del mar. Allí, las cepas entregan tanto Garnacha como la variedad local Miguel del Arco, absolutamente minoritaria y que tanto Romero como Alcañiz están trabajando por recuperar. Otras uvas como la Syrah o la Tempranillo también están presentes.
El proyecto, con una producción realmente contenida ya que salen por su portón poco más de 20.000 botellas al año, sirve como parque de juegos a los enólogos, que se permiten experimentar y realizan crianzas tanto en huevos de hormigón como en barricas de roble francés.
Así, la bodega nos propone dos tintos que, si bien comparten añada, son bien diferentes en cuanto a variedades y modo de elaboración. Rubus 2020 descansa durante 6 meses en depósitos de hormigón mientras Rubus Quercus 2020, por su parte, hace lo propio en barricas de roble francés. El buen hacer de los elaboradores al crear estos tintos les ha permitido conseguir 90 y 92 puntos Parker para estas referencias, respectivamente. Dos vinos a tener muy en cuenta para explorar una tierra que tiene mucho que entregar.
Este proyecto de viticultura en la zona turolense de Gudar-Javalambre nace de la voluntad de Jesús Romero y Juan Vicente Alcañiz por recuperar viñedos de montaña en la localidad turolense de Rubielos de Mora.
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