Pedro L. Onsurbe funda este proyecto en el año 2000, fruto de su curiosidad por el mundo del aceite y por el campo. Su intención siempre fue conseguir un zumo natural de aceituna de la mejor calidad posible.[break]
Allí, con el fruto de más de 4.500 olivos, ha conseguido hacer de su sueño una realidad. Allí, junto a la localidad manchega de Tomelloso, se sirve de las variedades Cornicabra, Picual, Manzanilla e incluso la italiana Frontoio para la elaboración de sus aceites soñados.
La almazara se encuentra en la propia finca, lo que permite que apenas pase tiempo entre la recolección de los frutos y su transformación en aceite. Además, se encuentra en un entorno donde proliferan los guijarros, piedras fluviales que le dan nombre a la empresa.
El clima propio de la región destaca por su aridez y por una vegetación donde destacan el monte bajo y las encinas centenarias. Así, provistos de un entorno idílico y de una climatología más bien seca y cálida, se consiguen aceites de primera calidad gracias a estas condiciones y a un trabajo artesanal y exhaustivo.