Domaine Anita

Y a tenor del buen nombre que sus vinos se han forjado en Beaujolais a golpe de buenas críticas y distinciones en certámenes de prestigio hoy puede presumir de haber probado también las mieles del triunfo en este campo, como ya lo hizo sobre la bicicleta. No en vano, Anita llegó a competir en el Campeonato del Mundo.

No fue hasta que colgó el maillot a finales de los años 90 cuando, junto a su entonces marido también exciclista, cambió pistas y carreteras por viñedos y barricas. Trabajando en la bodega familiar de éste desde los 18 años sintió el flechazo por el vino y poco a poco fue aprendiendo todos sus secretos. 2015 supuso el punto de inflexión definitivo: separó su camino del de su esposo y fundó en Chénas su propia bodega, Domaine Anita. 

En la actualidad suma 18 hectáreas repartidas en los terroirs más pretigiosos de esta zona del sur de Borgoña como Moulin-à-Vent, Morgon, Chénas o Fleurie. 

El conocimiento absoluto de cada uno de ellos y sus particularidades adquirido a pie de cepa (Anita también ejerce de entregada viticultora aplicando en sus parcelas una agricultura razonada para obtener la máxima calidad de las uvas), se plasma en todas las elaboraciones que alumbra la casa. 

El pilar sobre el que todas se erigen es la Gamay, tinta autóctona del lugar, que sobre suelos graníticos ofrece la base perfecta para lograr los vinos que gustan a Kuhnel. Apoyada en bodega por su hijo Corentin y por Guy Marion, exenólogo jefe de Georges Duboeuf con no menos de 52 cosechas a sus espaldas en Beaujolais, elabora pequeñas y grandes joyas afrutadas, suaves, con la elegancia de la sencillez y la naturalidad bien entendidas y por encima de todo la pretensión de ser reflejo de su origen y procurar el mayor placer posible.