Llevamos varias añadas ofreciéndote Matallana, pero en esta de 2014 ha habido un cambio radical del proyecto. Y la crítica lo ha catapultado. [break]
2014 llega con una nueva etiqueta y un nuevo concepto de vino, prácticamente otro. Contamos en primicia con un cupo de 420 botellas para ti. Estás ante un vinazo con 96 puntos Parker por menos de 40€.
Con este tinto, sus elaboradores han buscado recuperar pueblos con muchas posibilidades gracias a sus terruños singulares para originar grandes vinos en la Ribera del Duero. Es decir, se ha querido regresar al pasado para seguir las indicaciones de antaño y crear un vino muy especial.
Se ha puesto la lupa, y una perspicaz mirada, en la recuperación de pueblos que tuvieron gran tradición vitícola. Los creadores del vino, Pablo Eguzkiza y Telmo Rodríguez, acudieron hasta allí para empezar a replantar los mejores terrenos que fueron grandiosos viñedos hace décadas y habían caído en el más absoluto abandono.
La Ribera del Duero que había sido olvidada renace con Matallana 2014. Desde la zona norte de Sotillo de la Ribera, con viñedos en laderas calcáreas, hasta el sur en las montañas de Pardilla, se eligieron cinco pueblos porque pensó que la mezcla de sus suelos y paisajes darían a luz un ribera único.
Estamos ante un concepto de proyecto muy original para la zona en la que se ubica, ya que se han buscado viñedos perdidos antiguos y plantados en altura para darle mucha más complejidad al vino, huyendo un poco del concepto repetitivo de vinos asociados a la Ribera del Duero.
Las uvas para elaborar este vino proceden de once viñedos singulares situados en esos cinco pueblos burgaleses: Sotillo de la Ribera, Roa, Fuentecén, Fuentemolinos y Pardilla. Entre los cinco pueblos suman unas 21,5 hectáreas de viñedos propios aislados cultivados siguiendo los parámetros ecológicos.
Ahí nacen estupendas uvas de Tinto fino, Navarro (Garnacho), Valenciano y Albillo. Variedades autóctonas, muy minoritarias en algunos casos, que el elaborador vasco se ha empeñado en recuperar y salvar de la extinción.
Para que el proyecto tenga una sede acorde, se ha recuperado una casona espectacular en uno de los cinco pueblos elegidos, Sotillo de la Ribera.
Por último, se ha cambiado la imagen del vino con una etiqueta llena de simbolismo en la que prima la austeridad castellana y los nombres de los viñedos de los que parten las uvas aparecen tachados, ya que la legislación vigente prohíbe su enunciado en la etiqueta del vino.
Según Telmo Rodríguez, “las absurdas normas en nuestro país no nos han permitido contar lo que los buenos entendidos del vino quieren saber. La etiqueta en nuestra botella se ha tenido que tapar, estamos seguros que algún día verá la luz”.
En 1994, Telmo Rodríguez, después de graduarse en enología en Burdeos y formarse en la bodega familiar Remelluri, elaboró un vino de viñas viejas en Navarra.
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