Marqués de Murrieta

Marqués de Murrieta es el proyecto de elaboración de vino más antiguo que se haya podido documentar en La Rioja. El primer envío de vinos del Marqués de Murrieta está fechado en 1852. Luciano Murrieta y García-Lemoine elaboró las primeras 100 barricas de su “vino de Logroño” y las embarcó hacia dos destinos: México y Cuba. La primera carga se hundió antes de llegar a Veracruz, y la segunda recaló en el puerto de La Habana, un suceso que sentaría las bases del origen del éxito continuado de esta centenaria bodega. 

Más de 150 años después, la visión sigue siendo la de Luciano, y consiste en convertir el vino riojano en un vino noble apostando por un viñedo autocontrolado, al más puro estilo del terroir francés. Es por este motivo que quien se adentra en el mundo de Marqués de Murrieta suele recordarlo como el auténtico château de la Rioja, y es que no es fácil encontrar 300 hectáreas de viñedos juntos en Rioja.[break]

La familia Cebrián-Sagarriga, condes de Creixell, se convirtieron en los depositarios de este legado y llevan muchos años manteniendo una constante revitalización de la bodega para mantener intocable una marca que está estrechamente ligada a vinos de impresionante elegancia y complejidad. Un carácter propio que se ha transmitido a la actual generación, la de Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, cabeza visible y artífice de la consolidación de Marqués de Murrieta. 

Respetuando su identidad, Vicente Dalmau ha sabido actualizar el estilo de los vinos, ofreciendo siempre continuidad de un legado que en su momento fue sumamente rupturista e innovador. En los vinos, como en el caso de su Reserva 2008, la evolución ha virado hacia un carácter más frutal, con buena concentración y color, pero fieles al terroir de la Finca Ygay, que entrega elegancia y complejidad en sus coupages.