Maison Brotte

En la lista mental de los nombres propios del vino que hay que conocer al menos una vez en la vida, Châteauneuf du Pape es un fijo. [break]

En este Cru del Ródano meridional los vinos, y sus suelos, suscitan altas pasiones. Con permiso de Borgoña y de Burdeos, parece que la naturaleza se confabuló totalmente con este pueblo que concentra todo lo que necesita un vino para convertirse en un grande.

Y en Châteauneuf du Pape se localiza la histórica Maison Brotte. Brotte es el apellido de una saga familiar de negociants y vignerons que paradójicamente son capaces de comercializar 2,4 millones de botellas al año en 90 países y al mismo tiempo mantener el negocio y la gestión diaria en manos de una misma familia. 

Laurent Brotte, actualmente al mando, entró de lleno a dirigir el rumbo de sus bodegas y viñedos con tan solo 32 años. Lleva ya 22 añadas en su haber, los mismos años que lleva observando el Mistral azotar las vides de su querida Garnacha, una uva que lleva por bandera en sus numerosos viajes alrededor del mundo. Un hombre de sonrisa afable, cercano y con los pies en la tierra a pesar de las grandes cifras y de los incontestables éxitos de los que podría presumir.

Hablamos de Laurent Brotte porque este proyecto es la combinación de sus convicciones personales y del patrimonio que legaron sus antepasados, pero también porque de su colección personal salen las botellas de Brotte Creation Grosset Cairanne 2015, el tinto más buscado de los Brotte por su espectacular relación calidad precio y de la que posiblemente ofrecemos la única posibilidad en España para hacerse con su mítica añada 2015.

Vendido también siempre en todas sus añadas está el Secret Barville de la propiedad de su bisabuelo, Domaine Barville, en la zona oeste de Châteauneuf du Pape. Un tinto opulento, fresco y dulce a la vez, en los que la fruta y los sabores se quedan en nuestro paladar desde el inicio del trago hasta el final. Y haciendo honor a su nombre, os desvelamos un secreto: estará tremendamente bueno si lo guardáis al menos tres años.

Un último hallazgo, convenientemente dejado como premio para los que leen hasta el final, del que no podemos más que decir maravillas es su blanco Domaine Barville Roussanne 2014. Un auténtico perfume que suscitó todo tipo de exclamaciones en cata, con una nariz tremendamente expresiva con aromas florales y sorprendentes recuerdos de boniato y calabaza, con un largo final de caramelos Werther's. Un blanco graso y muy persistente que lleva implícita la promesa de una larga guarda.