Château Margaux

Entre 1522 y 1582 Pierre de Lestonnac inició una reconversión sistemática de los campos, usados hasta entonces para producir cereales mediante la plantación de viñedos. En 1705 la London Gazette publicaba la primera venta de Château Margoose, y el vino apareció por primera vez en el catálogo de Christies's con la cosecha de 1771.

El primer ministro inglés, sir Robert Walpole, compraba cuatro barriles (unas 100 cajas) de este vino cada tres meses y, según los archivos del château "no siempre los pagaba". Thomas Jefferson, en su época de embajador en Francia, también era aficionado al Château Margaux, y no sólo bebió sino también pagó el 1784, un vino del cuál dijo: "No puede haber una mejor botella de burdeos".

En el siglo XX, Château Margaux comenzó el embotellamiento en el château obligatorio con la cosecha de 1924, pero siguieron tiempos difíciles. La desastrosa década de los 30 y la guerra desembocaron en la venta de la heredad, que fue adquirida por los Ginestet en 1950. La calidad del vino era variable, salvo salvo durante 1953 y durante los sesenta y setenta, cuando se produjeron demasiados vinos carentes de intensidad, concentración y carácter. Bajo la inadecuadamente financiada administración de Pierre y Bernard Ginestet Margaux fue vendido en 1977 a André y Laura Mentzepopoulos. Se invirtieron inmediatamente grandes cantidades de dinero en los viñedos y en las instalaciones de producción del vino. Emile Peynaud siguió como consultor para supervisar la vinificación. Los observadores desconfiados pensaban que tendrían que hacerse muchas cosechas antes de que los vinos de Margaux reflejaran la nueva dedicación financiera y espiritualdedicada la excelencia, pero bastó una cosecha, la de 1978, para que el mundo viese lo grande que podía ser Margaux.

Por desgracia, André Mentzelopoulos murió antes de poder ver la transformación total de un pujante premier cru en un vino de brillante consistencia, y de gracia, intensidad y complejidad sorprendentes. Su elegante esposa, Laura, y más recientemente su inteligente e intuitiva hija Corinne, llevan ahora el negocio. Están rodeados de mucho talento, sobre todo el del gerente Paul Pontallier. Al aclamado Margaux 1978 le siguió una serie de vinos brillantemente ejecutados que son tan sorprendentes, ricos y equilibrados que no tiene nada de injusto sugerir que durante los años ochenta no se produjo en todo Burdeos un vino mejor que el Margaux.

El estilo del rejuvenecido vino de Margaux es de una intensidad opulenta, un buqué multidimensional con una fragancia de grosellas negras maduras, y roble con recuerdo de vainilla, notas especiadas y violetas. El vino es ahora considerablemente más pleno que los vinos producidos durante el régimen de Ginestet, antes de 1977.