Château La Borie

En el sur del valle del Ródano, entre bosques y campos de lavanda, se asienta esta propiedad construida en el siglo XVIII y que hoy, bajo la batuta de Raphael Knäpp, alumbra algunos de los vinos orgánicos más interesantes de la zona.[break]

La finca de Château La Borie se ubica en Suze-La-Rousse y sirvió en su día como una suerte de ampliación del famoso château que lleva el nombre de esta localidad y con el cual se comunicaba mediante una galería subterránea que, en su día, excavaron caballeros templarios. 

La historia reciente de La Borie se inicia en 1963 con su adquisición por parte de las familias Bories y Margnat, ambas parientes. De su mano, la propiedad experimentó una importante renovación plasmada, entre otras decisiones, en la replantación de 17 de las 31 hectáreas de viñedos originales, solo en su primer año al frente de esta. 

Desde 2018 y hasta la actualidad, Château La Borie vive una nueva etapa con la incorporación de Raphäel Knapp, un apasionado del vino de madre italiana y padre franco-austríaco, criado en París, y emprendedor de su propio negocio de importación de vinos centrado en promocionar a viticultores franceses jóvenes con preferencia por la elaboración natural y orgánica. 

Precisamente, esta apuesta la hizo suya cuando en 2018, tras 15 años en California, regresó a Francia para hacerse cargo, junto a su padre, de La Borie. En solo dos años, impulsó la conversión a orgánico del viñedo, 75 hectáreas repartidas prácticamente por igual entre las apelaciones de Côtes du Rhône y Côtes du Rhône Village.

Syrah, Garnacha, Cinsault, Mourvèdre y Marselan, complementadas desde 2021 con las primeras variedades blancas plantadas Bourboulenc, Garnacha blanca, Marsanne, Clairette blanche, Picpoul, Roussanne y Viognier son las protagonistas de los vinos elaborados de la manera más tradicional y natural posible y con la mínima intervención, destacando especialmente el empleo de tanques de hormigón y acero inoxidable para preservar la pureza de la fruta.  

La ubicación del viñedo en el extremo norte del sur del valle del Ródano dotan de una mayor frescura a todas las creaciones y el mosaico de terruños que concurren en la finca, desde cantos rodados a piedras calcáreas, pasando por arcilla o arena, les aporta una gran riqueza de matices.