García de Lara

Nunca en todo este tiempo dejaron de atender su extenso viñedo en el que aún podemos encontrar una buena parte plantado en pie franco. Y es que Bodegas García de Lara es parte esencial de la viticultura manchega, y la protección a la Airén, encomiable. 

El viñedo de la familia se extiende de norte a sur desde las laderas de la vega del Tajo en Villarrubia de Santiago, limitando con Madrid, hasta la llanura manchega en Corral de Almaguer. En total cuentan con algo más de 350 hectáreas de las que unas 70 se emplean para viñedo. En este vergel, la flora y la fauna se abren paso en un entorno óptimo para la vida. 

En García de Lara lo han tenido claro desde siempre: todo ha de ser de acuerdo con la naturaleza y el medioambiente para sacar lo más puro y la verdad de las uvas que luego deben trasladar a la copa una tierra y una cultura. Con prácticas poco intervencionistas que priman la calidad por encima de la cantidad, han conseguido hacer algunos de los mejores blancos de Airén de España y unos tintos extraordinarios que poco a poco van ganando el favor de los mejores y más seguidos críticos del panorama nacional. 

Se protege lo antiguo, la tradición, el entorno, pero sin renunciar a las últimas tecnologías. Una parte importante de este proyecto consiste en la recuperación y modernización de las instalaciones de la bodega familiar de Villarrubia de Santiago donde se crean buena parte de los vinos, y donde se realizan las crianzas y afinamiento en barricas de roble y en botella. La bodega dispone de diversa maquinaria y de pequeños depósitos de acero inoxidable con control automático de temperatura.

En la bodega toledana se crean vinos de parcela que auguran un gran futuro para sus creadores. Las viñas en las que se aposenta el viñedo de los García de Lara son espectaculares. Son tres, y deberían ser visitadas por los buenos aficionados y los amantes de la viticultura. Son preciosas, pero además guardan mucha historia en sus suelos calizos con textura franco-limosa. 

La primera es La Cueva Colorá que se localiza en Villarrubia de Santiago. Allí hay plantado uno de los mejores Cencibeles manchegos desde 1960 en dos parcelas contiguas. Primero se plantaron los pies americanos (41b y 161–49 couderc) y posteriormente se hicieron los injertos en campo con material vegetal de viñas singulares de la zona. El nombre proviene de la cueva que se encuentra en la parcela y del color rojizo de la tierra. 

Villalobillos es puro Airén, el paraíso de esa variedad plantada en pie franco. La viña es una quintería que se ubica en Corral de Almaguer y pertenece a la familia desde el siglo XVIII. Y, por último, Viñas del Soto que también se encuentra en el término municipal de Villarrubia de Santiago en un terreno pobre y pedregoso. En ella hay plantadas las variedades Tempranillo, Cabernet sauvignon, Merlot, Petit verdot, Moscatel de grano menudo y Viognier.