Finca los Aljibes

Castilla La Mancha es una región muy extensa que arrastra en parte una imagen de vino granelero y enormes producciones. Sin embargo, no hay que fiarse nunca de las generalidades y la prueba de ello la tenemos en la bodega que hoy presentamos. A mil metros de altura, en Albacete, concretamente en la ilustre villa de Chinchilla de Montearagón se encuentra un oasis. La bodega Los Aljibes se ubica en una portentosa finca que ocupa 900 hectáreas y que vista desde el cielo destaca por sus verdes en medio de un paisaje más bien anodino de tonos canela. [break]

En Chinchilla no había plantación de viñedo, en parte por su altura, en el límite para el cultivo. Es una meseta con alta insolación que se amortigua con una brisa que refresca y mucho. La altitud es fundamental para tener el ansiado contraste térmico que permite la maduración idónea de las uvas. La familia Lorenzo puede presumir con orgullo de haberse atrevido a plantar en Chinchilla un viñedo cuando nadie más lo había hecho. Hicieron un estudio exhaustivo del suelo y optaron por una selección de clones con poca producción y mucha calidad. Producen entre 3.000 y 4.000 kilos por hectáreas en un viñedo en espaldera que ocupa una extensión de 178 hectáreas.

Allí conviven como diosas las variedades autóctonas pero también las foráneas, en su mayoría uvas de origen francés y cuando las descubres no es de extrañar que la finca sea considerada por muchos como un pequeño Medoc manchego por los coupages y características del clima.

Manuel Lorenzo representa a la segunda generación al frente de la bodega. Se mantiene en un discreto segundo plano para ceder todo el protagonismo a los encantos de su finca familiar. A saber, un bonito y cuidado viñedo propio, un variado ecosistema animal y vegetal, olivares, campos de cereales y hasta una yeguada de caballos de pura raza.

En esta finca podríamos pasar incontables horas recorriendo sus recovecos pero lo realmente interesante es que el encanto no se queda en lo estético. Elaboran vino, de forma muy seria pero como a ellos les gusta decir: para todos. Alejados conscientemente de la imagen cliché que puede tener la zona han optado por elaborar vinos de calidad, con buena relación calidad-precio, modernos, fáciles de beber y capaces de proporcionar grandes dosis de placer. Su rosado, que presentamos recientemente en nuestro especial de verano, es un auténtico caramelo y Aljibes, el tinto principal de su bodega, un vino de estilo bordelés y alma mediterránea, a prueba de escépticos.

Se podrían quedar con lo fácil y triunfar pero acertadamente han dado algún paso más para elaborar vinos difíciles como su monovarietal de Petit verdot, excelente en vendimias secas como es el caso de la 2011 que presentamos. Un vino longevo, con mucho recorrido y buenas hechuras, algo más bien inusual de encontrar con esta variedad de comportamiento complicado en España.

Selectus, para finalizar, pero no por ello menos importante, es su vino mimado, o como el mismo Manuel denomina: el elegido. Elaborado en añadas concretas, procede de los mejores depósitos de la línea Aljibes y se vinifica introduciendo una bolsa de aire en el depósito que realiza una pequeña presión sobre los orujos. Ese vino “lágrima” pasa a hacer la maloláctica en barricas nuevas y permanece 18 meses en barrica, hecho sorprendente dada su gran capacidad para conservar la fruta.