Los que los conocemos bien los llamamos cariñosamente “los Tondonia” aunque la bodega se llama López de Heredia y cada uno de sus vinos lleve el nombre de sus históricas viñas. [break]
Cubillo, Bosconia, Tondonia. Los que entienden de buen vino no necesitan de mayores explicaciones cuando escuchan estos nombres.
Esa misma gente, al igual que nosotros, tiene entre sus mayores deseos poner un Tondonia en la mesa de una comida o cena navideña. Los que hayan tenido la suerte de hacerse este año con sus blancos pueden considerarse afortunados porque ya no hay cupos.
En cuanto a los tintos. Son la atemporalidad personificada. Al margen de gustos y modas hay algo seguro en un Tondonia. El trabajo bien hecho y la buena uva en una botella tan característica ya que su mera presencia es indicativo de buen gusto.
A pesar de que no todos los entienden, se están convirtiendo cada vez más en vinos de culto; y la demanda de los Tondonia es cada vez mayor. Los que aún no conozcáis estos vinos deberíais probar a comer con un Viña Tondonia Reserva: existe un antes y un después de esta experiencia. Y si este año le debéis un gran favor a alguien o queréis tener un detalle con esa persona querida que ama el vino, elegid su versión magnum.
Nos rendimos a los pies de esta gran bodega, profundamente respetada y fuente de inspiración para tantos. Son los vinos perfectos para despedir el año o dar la bienvenida al nuevo.
Selección y amor, dos palabras que se convirtieron en la Biblia de los vinos que Rafael López de Heredia decidió elaborar tras ser aconsejado por bodegueros del Medoc y negociantes franceses que residían en Haro.