Hacer cosquillas a tu paladar. Es la frase que aparece en la tapa de una mermelada Tiptree. Se encuentra cuando aprovechas hasta el último resquicio de una mermelada que durará poco en tu casa, incluso si no eres goloso. [break]
Es lo que le ha pasado a quien escribe estas letras. Escéptica ante las posibilidades de una mermelada que lleva nada menos que ruibarbo y jengibre, no he tenido más remedio que rendirme a los pies de esta adictiva combinación. Difícil ya olvidarse de Tiptree.
Esta casa inglesa que lleva más de 100 años elaborando mermeladas puede presumir de ofrecer un contenido de fruta muy superior a la mayoría de mermeladas. Y para controlar la calidad de esa fruta se dedica personalmente a cultivarla o a buscarla en los sitios en los que mejor se da, piezas enteras que viajan hasta Tiptree, en Essex, y que luego se convertirán en cualquiera de los maravillosos y atemporales tarritos que os presentamos hoy en estreno.
La mermelada es inconfundiblemente una cuestión británica. No se concibe un “tea time” sin ella y en los desayunos soñados, esos de hotel de mucha estrella, untarla en scones y en todo tipo de panecillos y tostadas es todo un ritual. Sin embargo, en los últimos años el consumo de mermeladas ha tenido un importante repunte gracias a unos nuevos usos gastronómicos que seguramente no habías contemplado. Hablo de salsas, coulis, guarniciones y demás acompañamiento para dar un toque gourmet a muchos platos. Propuestas muy apetitosas que encontrarás en las presentaciones de cada una de ellas y que no se deben leer con hambre, o si.
La historia de la marca Tiptree comienza a principios de 1700 con Trewlands, la granja que más tarde se convertiría en el principal sitio de elaboración de mermeladas del pueblo de Tiptree en Essex.