Palacio Quemado

No es un secreto que Extremadura es una región con un enorme potencial enológico. Un ejemplo es Palacio Quemado, bodega que une a la familia Alvear y al grupo Envínate. [break]

Palacio Quemado es una enorme finca de 4.000 hectáreas cuya historia se remonta a finales del siglo XVIII. Sus primeros propietarios, los Losada, siguen formando parte del staff de la casa en asociación con la familia Alvear (propietaria de la histórica bodega de Montilla-Moriles que lleva su nombre). Juntos iniciaron una nueva etapa que también tiene como protagonistas a los enólogos del grupo Envínate, encargados del viñedo.

Los Envínate son Laura Ramos, José Martínez, Roberto Santana y Alfonso Torrente. Se conocieron en el año 2005 cuando estudiaban enología en la Universidad Miguel Hernández de Elche, y al terminar iniciaron uno de los proyectos más apasionantes y premiados del vino español. Su plan, basado en la idea de volver al origen y defender el terruño de lugares singulares y únicos, cuadraba con la filosofía de Palacio Quemado, por lo que ambos encajaron a la perfección.

Palacio Quemado se asienta en el término municipal de Alange, en la zona central de la provincia de Badajoz, a muy pocos kilómetros de Almendralejo. Esta comarca, conocida como Tierra de Barros por su característica tierra roja que, transformada en barro y moldeada por artesanos, ha constituido junto a la agricultura el medio de vida de muchos lugareños, tiene también un importante potencial vitivinícola. De hecho, se trata de la expansión natural del Alentejo portugués en nuestro país, motivo por el cual es frecuente encontrar similitudes entre ambas regiones vecinas.

Los antepasados de los Losada Serra tenían entre ceja y ceja potenciar esta zona como región productora de vinos de calidad, pero fue la actual generación la que se animó en 1999 a hacer realidad este sueño bajo dos premisas: la utilización de variedades autóctonas y el respeto al entorno mediante una elaboración de mínima intervención. Estos siguen siendo los pilares básicos de Palacio Quemado, unos ideales que están en sintonía con la asociación Grandes Pagos de España, a la que pertenecen desde enero de 2015 junto con otras prestigiosas fincas españolas que buscan la elaboración de vinos desde el terruño.

Los dos vinos de Palacio Quemado que mejor representan esa filosofía son los que hemos elegido para su estreno en BODEBOCA. Se trata de La Zarcita y Los Acilates. El nombre del primero procede de un arroyo que pasa por la finca, mientras que el segundo (que os recomendamos especialmente) hace referencia a las laderas formadas por la erosión de un terreno salpicado por los continuos desniveles. Más "terroarista" imposible.

Junto a ellos, el Reserva de la casa (parte ya de la gama más estándar de la casa), cierra un trío de vinos pensado para descubridores. Nosotros conocimos recientemente en primera persona el proyecto gracias a Javier Noval, su director comercial, y os advertimos que Palacio Quemado promete dar grandes noticias en un futuro por su potencial y por las personas que están involucradas, así que hacerse ahora con unas cuantas botellas suyas se convierte en un ejercicio de lo más perspicaz.