Laurent-Perrier

Cuando pruebas una botella de Laurent-Perrier por primera vez te das cuenta de que juegan a otra cosa. Es tal la sensación de placer que transmiten que consiguen poner la piel de gallina. [break]

Si llegan a este nivel incluso en su cuvée de entrada, imagina hasta dónde pueden ascender con sus creaciones de gama alta. Toda una fiesta hedonista soñada por una maison familiar independiente que no para de ofrecer novedades, como el lanzamiento del Millésimé 2012.

Su presencia en nuestras Ventas Privadas siempre es un éxito, por eso estábamos deseando traer nuevamente a tu copa el refinamiento y autenticidad de sus espumosos, cuya fundación se remonta a 1812 y que localiza sus viñedos en el epicentro de tres de las cunas de la región: Reims, el valle del Marne y la Côte des Blancs.

Pese a sus más de 200 años de historia, Laurent-Perrier vive una segunda juventud, iniciada en 1948 de la mano de Bernard de Nonancourt, y que en la actualidad perdura bajo la dirección de sus hijas, Alexandra Pereyre de Nonancourt y Stéphanie Meneux de Nonancourt. A ellas se suma el talento de la última generación con Lucie Pereyre de Nonancourt y el savoir-faire en bodega de su Chef de Cave, Michel Fauconnet. 

“He pasado toda mi carrera en esta maison y comparto su pasión por el champagne y sus valores de exigencia y perfeccionismo. Mi trabajo es elaborar vinos de placer que estén en perfecta sintonía con ese espíritu”, asegura Fauconnet. 

Así, su estilo se fundamenta en el viñedo, la tradición y el arte del ensamblaje y de la crianza. De hasta 320 pueblos de la A.O.C. Champagne, de ellos 17 con la calificación de Grand Cru y 44 Premier Cru, provienen las uvas que integran sus vinos, siendo la más fina y elegante Chardonnay la predominante en prácticamente la mayoría de sus creaciones, junto a la Pinot noir y la Meunier. 

En bodega, la firma sigue empleando solo cubas de acero inoxidable para realizar la primera fermentación, un uso del que fue pionera en la región y que permite mayor control de todo el proceso. Este aspecto, junto a la búsqueda del equilibrio perfecto entre los vinos base de cada año y los de reserva, y el largo envejecimiento al que someten a cada cuvée tras la mezcla final, contribuyen definitivamente a lograr champagnes con múltiples matices y personalidad propia.