Germán R. Blanco firma esta creación tremendamente disfrutona. La Perra Gorda llega desde el Bierzo y no tiene absolutamente nada que envidiarle a su superventas de Ribera, Quinta Milú.[break]
Este proyecto nació de un grupo de amigos que se conocieron en la universidad. Todos ellos eran grandes aficionados al vino. Una vez se licenciaron querían continuar reuniéndose, y decidieron recuperar un viñedo familiar en desuso hasta entonces.
El enclave elegido para estas viñas no fue casual. Uno de los socios era berciano y su padre tenía un terreno pequeño, La Mendañona, de menos de dos hectáreas. La expresividad de las uvas de esta parcela hizo que pronto se convirtiera en la favorita de los bodegueros.
Para el trabajo en bodega y viñedo cuentan con Germán R. Blanco, que desde 2007 es el encargado de crear los vinos de San Esteban, que es el nombre del proyecto. La filosofía es la misma desde el primer día: tanto en el viñedo como en la elaboración se interviene lo menos posible para que sus creaciones muestren toda su personalidad. Y que no os despiste la denominación de origen de sus vinos: la delimitación de la D.O. Bierzo se encuentra a menos de 50 metros de las viñas de esta casa.
Aunque por culpa de una más que complicada añada 2017 no podemos disfrutar de Quinta Milú, con La Perra Gorda podréis seguir deleitándoos del arte de este enólogo, y es que se trata de un tinto tan fácil de beber como disfrutón. Un vino de trago ligero pero con chicha y personalidad, perfecto para esta época de calor y a un precio más que magnífico.
Germán R. Blanco es un viticultor inquieto, preocupado porque sus vinos reflejen minuciosamente la tierra de la que proceden. Impulsado por este afán de retratar el terruño, Germán ha creado proyectos en Rioja, Ribera del Duero y en León.
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