Cinco generaciones cultivando los viñedos que rodean el pueblecito de Ribeauvillé han llevado a la familia Kientzler a ganarse la reputación de hacer algunos de los mejores blancos de la región. [break]
La historia vinícola de los Kientzler comienza en una tienda de comestibles. Este fue el germen que impulsó la creación de una rudimentaria bodega en el centro del pintoresco pueblo de Ribeauvillé.
Dominique, descendiente de panaderos que cultivaban vides, adquirió la tienda de comestibles pero fue su hijo Alphonse quien fundó junto a otros viticultores la cooperativa de vino del pueblo. Él fue el primero en dar el paso de transformar las uvas que su padre y su abuelo cosechaban dos generaciones atrás.
Además, decidió emplear a tres personas para cuidar de las viñas y construir una bodega y un lagar cerca de la tienda de comestibles. En aquella época el vino se vendía principalmente a granel, aunque también embotellaban los mejores, habitualmente elaborados con las variedades Moscatel, Chassela y Riesling; esta última se convertiría en la reina de la bodega.
Años más tarde, su hijo François, nieto de Dominique e hijo de Alphonse, fue el primero en salir del pueblo para ir a estudiar viticultura a Suiza. Cuando regresó al pueblo decidió entregarse por completo al cultivo de la vid. Ya en los años sesenta, el hijo de éste, André entró en escena y ambos aunaron esfuerzos para replantar vides con variedades como Pinot gris y Gewürztraminer.
Otro hito importante de esta bodega fue el traslado del centro de la ciudad a su ubicación actual, en la carretera de Bergheim, rodeada de viñedos. Aquel momento coincidió con el comienzo de las exportaciones de sus vinos, con la expansión de la marca Kientzler y con la elección de André como viticultor del año en 1992 por los críticos gastronómicos Gault & Millaut.
Hoy en día el viñedo se extiende en casi 14 hectáreas, de las cuales 4,4 están clasificadas como Grand Cru. Desde 2009, son Thierry y Eric Kientzler, los hijos de André, los encargados de velar por el desarrollo del negocio, el cuidado de las viñas y de entregar vinos blancos alsacianos de marcado carácter mineral.
La familia Kientzler cultiva desde hace cinco generaciones un bonito viñedo en Ribeauvillé. Un esmerado trabajo que se traduce en vinos blancos alsacianos puros, minerales y complejos.
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