Llega la esperadísima presentación de las nuevas añadas de Clio y El Nido y lo hacen con menor disponibilidad que nunca.[break]
Tanto Clio como El Nido son historia viva de Jumilla, y el nacimiento de ambos vinos supuso un antes y un después para esta denominación murciana. Ya la añada 2003 de Clio despuntó en el mercado con unos envidiables 96 puntos Parker, misma puntuación que obtuvo la primera añada de El Nido, la 2002, una puntuación que se quedó casi en una anécdota teniendo en cuenta los 99 puntos que obtuvo la añada 2004 poco tiempo después.
Todo comenzó cuando los Gil Vera, acompañados por Jorge Ordóñez y el prestigioso enólogo australiano Chris Ringland apostaron por un viejo viñedo de Monastrell cuya edad sólo se podía confirmar de forma oral, ya que los registros que testificaban su año de plantación se perdieron durante la Guerra Civil.
Estas vetustas vides, cuya edad se estima entre los 75 y los 90 años, tienen la singularidad de entregar un rendimiento realmente bajo, de 600 gramos por cepa, una cifra tan escasa que ni el propio Miguel Gil, curtido en estas lides, conoce otro viñedo similar.
Todas estas cepas están plantadas con la autóctona Monastrell, una uva que vive un gran momento de forma y por la que cada vez apuestan más bodegas del arco Mediterráneo, al ser una de las variedades que mejor aguantan las complejas condiciones climatológicas de la zona, marcadas por las sequías y las altas temperaturas.
Esta variedad es la principal tanto en Clio como en El Nido, aunque también conjugada con la Cabernet sauvignon, un ensamblaje que ha dado magníficos resultados a tenor de las críticas y valoraciones de las últimas añadas.
A finales de 2001, la familia Gil Vera inició un nuevo proyecto en colaboración con el prestigioso enólogo australiano Chris Ringland, de Barossa Valley.
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