Raro es el champagne que tiene altos puntos Parker. Los que llevamos un buen tiempo en esto lo sabemos. Y más aún si es de vigneron independiente. Abrimos hilo. [break]
En el mundo de la burbuja paradigmática no abunda esta ecuación. Un descubrimiento, fuera del circuito comercial y bien puntuado.
Menos aún que el proyecto sea liderado por una mujer. Marie Laure Copinet lo lleva en la sangre, cierto. Su abuelo trabajó para Taitinger y su padre fue un proveedor histórico de una casa como Moët.
Marie Laure acabó, no podía ser de otra forma, ligada al terruño de champagne no solo por el lazo de la familia. Pareja del enólogo Alexandre Kowal, a su vez nieto de vignerons en Cuchery, ha sabido aprovechar el legado y encima se ha volcado en “eco-pensar” todo lo que ocurre en su bodega. Desde la viña hasta el embotellado, todo persigue hacer el mejor trabajo posible para que sus champagnes sean también muy buenos para el planeta.
Estamos por tanto ante un caramelito para los puristas del Champagne. Con una omnipresente Chardonnay, vertical y mineral y expresada en toda su pureza. Finos, elegantes, frescos, gastronómicos, no pudimos más que rendirnos a la evidencia. Blanc de Blancs como siempre habíamos soñado.
Históricamente ligada al 'terroir' de Champagne, la bodega Marie Copinet es el fruto de varias generaciones de enólogos. Con los años, estas generaciones modernizaron y consolidaron un interesante patrimonio vinícola.