Celler Piñol no sería el referente de calidad que es hoy en día si no fuera por Josefina Arrufí, la persona que apostó por el trabajo iniciado dos generaciones atrás. [break]
La Terra Alta es una de esas comarcas que muestran la riqueza del patrimonio vinícola español. Josefina Piñol Arrufí, consciente de ello, supo poner en valor el potencial de las variedades autóctonas de la zona. En 1995 comenzó la aventura de embotellar el primer blanco de la casa: L'avi Arrufí (el abuelo Arrufí), en el que prima la Garnacha blanca, la uva reina de la denominación.
La pérdida de su madre había hecho que su padre, en un momento de bajón, quisiera finalizar un proyecto que había puesto en pie junto a su mujer, el de los vinos de Celler Piñol. Ambos, enamorados de sus viñas, elaboraban vino a granel con las uvas que aportaban más color y grado, como era requerido en la época.
La uva Morenillo no cumplía los requisitos que se demandaban para esa elaboración, ya que daba poco grado alcohólico y aportaba poco color, pero Josefina y su equipo de enólogos decidieron experimentar con ella y comprobar hasta dónde podría llegar.
Como sucede a menudo con las uvas denostadas, la Morenillo estuvo a punto de desaparecer. Apenas quedaban 20 hectáreas en toda la comarca cuando Celler Piñol empezó a hacer vinos con ella a partir de sus 3 hectáreas. “Perder nuestra historia nos parecía como un crimen”, explica Juanjo Galcerá Piñol, hijo de Josefina y encargado de las exportaciones en la bodega.
En el transcurso de la recuperación de esta uva, la Morenillo primero formó parte del tinto Mather Teresina, llamado así en honor a su abuela, que resultó ser un tinto delicado y sutil con matices de hierbas mediterráneas y toques balsámicos.
Con el tiempo, la exhaustiva selección de granos de esta uva empezó a proporcionar interesantes resultados que bien merecían un monovarietal con el que poder apreciar todos sus matices. Y entonces nació Finca Morenillo, uno de los tintos más especiales de Celler Piñol, de producción muy limitada. “Es nuestra Pinot noir de Terra Alta”, explica Juanjo sobre esta uva.
El amor por la naturaleza de la Terra Alta y el afán por conseguir que sus vinos hablen de la historia de la comarca y de la familia, han llevado a Celler Piñol a ser un referente de calidad en la zona, avalado por la crítica con buenas puntuaciones y por el público, cada vez más fiel.
Corría el año 1995 cuando Celler Piñol embotelló su primer vino: un blanco elaborado principalmente con Garnacha blanca, la uva reina de la denominación de origen Terra Alta.