En la búsqueda de vinos singulares hay una parada obligatoria: la de Sanlúcar de Barrameda y Barbadillo, los creadores de la Manzanilla más reconocida en todo el mundo. [break]
Barbadillo no es solamente un vino. Es una bodega y para ser precisos, 16 cascos bodegueros, todos ellos situados en Sanlúcar de Barrameda y todos oscuros, frescos y orientados en perpendicular al mar.
La ubicación de Sanlúcar de Barrameda no es baladí. Abundante aire, una temperatura ambiente de entre 15 y 20 grados centígrados y una alta humedad, todo ello propicia que se den parte de las condiciones necesarias para que el enigmático velo de flor haga su aparición estelar. Una especie de “accidente biológico” buscado y anhelado que aporta complejidad y singularidad a los vinos.
Vinos que en todo caso deciden su propio camino mientras permanecen en las botas. Aunque la cata del capataz y la tiza parecen determinar su destino final, son ellos los que tienen la última palabra. La razón por la que los llaman “vinos vocacionales” tiene mucho que ver con la evolución singular que experimentan. Nos lo contó la propia enóloga Montse Molina en una entrevista para nuestro magazine Vignerons.
Algunos serán criados completamente bajo el velo de flor, en una crianza biológica, como es el caso de la Manzanilla Solear, que pasa seis años en este estado. Otros, que aparentemente nacen para ser una Manzanilla, rompen el velo y se convierten en Amontillados, como es el caso del Amontillado Príncipe de Barbadillo, con 8 años de crianza biológica y 6 de crianza oxidativa. Rizando el rizo tenemos a los Palo Cortados como el Obispo Gascón, producto de unas botas concretas que se habían marcado inicialmente como amontillado o como oloroso y que en algún momento sufren una evolución caprichosamente distinta y se convierten en Palo Cortado.
Sin olvidar por supuesto los que van a tener desde el inicio una crianza oxidativa – a merced del efecto del oxígeno – es el caso del Oloroso Cuco con 12 años de crianza oxidativa. Pero también del Moscatel Laura, en este caso cuenta con 15 años de crianza oxidativa de los mostos de la variedad Moscatel.
La joya de esta venta la hemos dejado para el final. La manzanilla en rama saca de verano 2017. En palabras de nuestro sumiller Adolfo: "Una Manzanilla de largo recorrido, la máxima expresión de lo que puede dar de sí un vino de crianza biológica bendecido por las condiciones climáticas de Sanlúcar de Barrameda, que favorecen especialmente el vigor del velo de flor que cubre y protege estos increíbles vinos generosos."
La historia de Barbadillo se remonta a 1821, año en el que empezó a elaborar manzanilla. Desde entonces, no ha dejado de evolucionar buscando siempre vinos que sorprendan y dejen huella.