Ateca

El grupo de la familia Gil, compuesto por pequeñas bodegas repartidas por la Península, desembarcó en Calatayud en 2005 con la idea de elaborar vinos con cepas viejas de Garnacha. [break]

Con una tradición viticultora milenaria cuyos inicios se remontan al siglo II a.C, la denominación de origen de Calatayud registra viñedos zaragozanos que, en muchos casos, son de cepas centenarias.

El de Ateca es uno de esos viñedos que estaban a punto de abandonarse a su suerte, debido al escaso relevo generacional en esta comarca aragonesa; parecía estar esperando a que alguien lo redescubriese.

El grupo Juan Gil buscaba viñedos en el Priorat, pero en esa búsqueda visitaron Calatayud y le conquistaron las viñas plantadas sobre suelos de pizarra degradada, de color cobrizo y más bien férrica de los montes de Ateca. Se trataba de un viñedo que luego se revelaría su capacidad para entregar vinos de Garnacha distintos de los de otras zonas con esta misma uva. 

Además de este suelo pizarroso en la parte más alta del monte, el viñedo también tiene pequeñas parcelas con gravas, arcillas y algo de caliza, lo que hace que los vinos sean únicos por la complejidad y diversidad de suelos con los que cuentan.  

Hemos seleccionado dos de los vinos de su portofolio para que descubras lo especial que es la Garnacha de Calatayud. Por un lado, Atteca 2014 (90 Peñín), elaborado con uvas de viñas de 80 años que se han criado durante doce meses en barrica, y por otro, Atteca Armas 2015, al que se han destinado dos hectáreas y media de cepas centenarias con rendimientos muy bajos y seis meses más de crianza en barrica. 

Dos opciones ideales para conocer una uva mediterránea elaborada en una zona poco conocida pero con un gran patrimonio y potencial vinícola, y firmada por uno de los grandes elaboradores españoles de Jumilla, la familia Gil.