Antídoto es el remedio perfecto para conocer una de las zonas más desconocidas de la Ribera del Duero: su vertiente soriana, donde existen viñedos prefiloxéricos poco explorados. [break]
Estos viñedos, situados a casi mil metros de altura, tienen los mimbres suficientes para entregar vinos muy finos, con un componente de frescura mayor que los tintos que nacen en la Ribera del Duero más conocida por el gran público.
Uno de los primeros en conocer esta “joya olvidada” fue Álvaro Palacios. Él se lo comentó a un francés que había trabajado con él codo a codo en su bodega del Priorat llamado Bertrand Sourdais. Éste, entusiasmado, viajó hasta San Esteban de Gormaz y tras comprobar la existencia de ese "tesoro escondido", puso junto a David Hernando la primera piedra del proyecto Antídoto, que 7 años más tarde entrega algunos de los Ribera del Duero más interesantes que nos podemos encontrar.
Para rememorar los inicios de Antídoto, hemos charlado con Bertrand. El resultado de esa charla podéis encontrarla en la amplia entrevista que acabamos de publicar en nuestro magazine Vignerons. En ella, Bertrand recuerda cuando pisó por primera vez estos viñedos. Era diciembre de 1999 y lo primero que dijo fue “esto es una joya”. Casi 20 años más tarde lo sigue pensando, y no solo eso, sino que reclama que estas viejas cepas, enclavadas en un paisaje casi virgen, deberían ser Patrimonio de la Humanidad.
“La mitad de las veces que estoy aquí no tengo cobertura en mi teléfono móvil”, nos cuenta Bertrand, ejemplificando el aislamiento de una zona por la que el progreso parece haber pasado de largo. Este hándicap tiene sin embargo cualidades muy importantes para la obtención de sus vinos. Aquí, a diferencia de otras zonas, los rendimientos están muy cuidados, y la elección de los lugares para la plantación de viñedo parece siempre estar hecha más con la cabeza que con el bolsillo.
El vino que seguramente mejor ejemplifica la singularidad de estas tierras vírgenes es Antídoto 2014, un tinto elaborado para ser bebido con facilidad, siendo todo él frescura, alegría y amabilidad. “Es un vino poco alcohólico, agradable y fácil de beber, que es lo que estábamos buscando desde un principio", nos dice Bertrand.
La versión rosada de Antídoto la encontramos en Roselito 2016, un vino que catamos en la última edición del Salón de los Mejores Vinos de la Guía Peñín, hace menos de 6 meses, y nos enamoró; estando sin duda entre nuestros rosados españoles de cabecera.
Y si lo que queréis es un vino con una dosis extra de voluptuosidad, os presentamos por primera vez en BODEBOCA la versión más rotunda de este proyecto: La Hormiga, un vino para el que se utiliza un suelo más arenoso con el objetivo de ganar contundencia sin perder la frescura de la Ribera más oriental. Una Ribera del Duero que creemos que merece muchas alegrías en el futuro y más vignerons que la trabajen con inteligencia y cariño como hace Bertrand Sourdais.
Bertrand Sourdais elabora sus vinos en una de las zonas con más encanto de la D.O. Ribera de Duero, concretamente en su parte más oriental, dentro de la provincia de Soria.
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