Pla de Bages es una de las denominaciones catalanas más pequeñas y desconocidas. Actualmente apenas tiene 600 hectáreas de viñedo, y Abadal es una de sus bodegas insignia. [break]
A pesar de su pequeño tamaño, esta región llegó a contar antes de la filoxera con 30.000 hectáreas de viñedo y una gran actividad económica derivada de su cercanía con Francia. La aparición de la industria textil a principios del siglo XX hizo que se abandonara la actividad agrícola, aunque bodegas como las que aquí os presentamos están intentando retomar la tradición de esta tierra por el vino.
Este resurgir vinícola comenzó en la década de los 80 gracias a iniciativas como las de la familia Roqueta, fundadora de Abadal. Los Roqueta, viticultores y negociantes de vino formados en Francia, dedicaron parte de sus esfuerzos a dignificar su zona de origen como zona capaz de entregar buenos vinos. Y así han ido creciendo, sin perder las dimensiones y peculiaridades de una denominación coqueta que merece la pena conocer.
Pudiera parecer que por su localización y cercanía al mar, los vinos de Pla de Bages tienen un estilo marcadamente mediterráneo, pero no es así. Casi a la misma distancia que el mar se encuentra el Prepirineo, por lo que los viñedos de la zona acusan la influencia de un clima continental de media montaña, con vientos fríos y contrastes térmicos marcados. Este dato es interesante porque les permite tener maduraciones más pausadas y alargar las vendimias, un factor a tener en cuenta en la calidad final de la uva.
Otra de sus peculiaridades la encontramos en los suelos, marcados por la presencia de arcilla roja, con una carga importante de hierro que aporta en la estructura de los vinos potencia y color. Es una zona además de producciones bajas porque las raíces trabajan ahogadas y el viñedo vive prácticamente estresado, pero en esas duras condiciones es cuando la planta entrega su mejor versión.
Un tercer factor diferenciador lo encontramos en el bosque que rodea a los viñedos, y que tiene efectos muy evidentes sobre los vinos de Abadal. En ellos no es difícil encontrar sensaciones balsámicas, frescor y unas notas que en los blancos se interpretan como recuerdos de hinojo y lavanda, y en los tintos como de tomillo y romero.
Es esta venta nos encontramos con vinos muy singulares por su capacidad de combinar variedades autóctonas como la Picapoll, la Macabeo o la Sumoll, con otras internacionales como la Cabernet franc, la Merlot o la Syrah. Esta combinación varietal entrega vinos singulares con muchísima identidad, que estamos seguros que deleitarán a nuestros socios más exploradores.
Abadal fue fundada en 1983 por Valentí Roqueta en Santa Maria d’Horta d’Avinyó, en terrenos próximos a la casa familiar, la masía Roqueta, que tiene más de 9 siglos de historia.