Château d’Aiguilhe

Las ruinas del viejo Château d'Aiguilhe dan testimonio de una larga y turbulenta historia. Se cree que por su ubicación, justo en la frontera entre las áreas ocupadas por los franceses e ingleses, jugó un importante papel estratégico durante la Guerra de los Cien Años. Entre sus familias propietarias figuran los Albret y luego los Leberthon, quienes vendieron la finca a Etienne Martineau, quien fue el artífice de su gran transformación en un solo bloque que permaneció en su familia hasta 1920.

No sería hasta finales de los años 90, tras la compra del château por parte del noble de origen alemán Stephan von Neipperg, también dueño de otros bordeleses como Canon-la-Gaffelière o Soleil, cuando sus parcelas fueron replantadas y sus instalaciones renovadas con la construcción de una moderna bodega.

Y es que Château d'Aiguilhe constituye una suerte de apuesta personal de Neipperg y una honrosa excepción a los vinos algo rústicos propios de Castillon-Côtes de Bordeaux. "Estoy convencido de que el terruño de Castillon está subestimado porque la uva madura más tarde que en Saint-Émilion", decía hace unos años a Decanter.

En la actualidad, la propiedad ocupa 140 hectáreas, de las cuales 90 están cultivadas con viñedos. Las cepas se disponen exclusivamente en meseta donde se benefician de una buena exposición solar. Los suelos cuentan con un excelente drenaje natural y están compuestos por una fina capa arcillo-caliza y arcillo-limosa con un sustrato de piedra caliza que sirve para asegurar una magnífica regulación del agua.

Las variedades mayoritarias plantadas son la Merlot y la Cabernet franc y ambas integran el coupage de su grand vin Château d'Aiguilhe. La bodega también cuenta con un segundo vino Seigneurs d'Aiguilhe, y el blanco Le Blanc d'Aiguilhe. Los tres comparten complejidad, potencia y una buena mineralidad.