Cada vez están más de moda, su consumo no deja de crecer y, por si fuera poco, su calidad mejora cada añada. La fiebre por los rosados es ya imparable. [break]
El boom del rosé ya está aquí. En España también encontramos cada vez más bodegas que apuestan por él, muchas de ellas siguiendo la tendencia de los rosados pálidos de Provence. Para que lo conozcas un poco mejor, hemos elaborado esta guía del rosado para ti.
Así se elabora un rosado
Hay varias maneras de elaborar un rosado. Antes de nada, debes saber que un rosado no es un clarete, es decir, no es una mezcla de las uvas o mostos blanco y tinto parcialmente fermentados y macerados con las pieles de las uvas tintas. Esta técnica actualmente no está permitida en la reglamentación de la Unión Europea. Los métodos de elaboración del rosado son el prensado directo y el sangrado o saignée.
El prensado directo es una elaboración similar a la de los vinos blancos, pero utilizándose uvas tintas únicamente o tintas y blancas. Con esta técnica, la uva se prensa mientras el mosto se tiñe del color de los pigmentos que hay en el hollejo o piel de la uva. Estos rosados de maceración corta suelen ser sutiles y de color rosa pálido.
En cambio, el método de sangrado surge a raíz de la creación del vino tinto. Las uvas maceran en depósitos con la piel de la uva y después se "sangra" el mosto para su posterior fermentación, es decir, se abre el grifo del depósito para que salga el mosto. Estos vinos tienen un color más intenso que los de prensado, ya que han estado macerando durante más tiempo. Son rosados más sabrosos, con mayor estructura y más duraderos en el tiempo.
Generalmente los vinos rosados no suelen tener crianza en barrica, ya que están ideados para ser consumidos jóvenes, aunque existen elaboradores que los trabajan sobre sus propias lías, como Bozeto de Exopto y Viña Zorzal.
¡Nos encanta su versatilidad!
El rosado es de los vinos más gastronómicos que existen y que mejor combina con cualquier tipo de comida. Desde platos de pasta, ensaladas, mariscos, arroces, salsas picantonas, especias, hasta charcutería o si está criado sobre sus lías, podría acompañar perfectamente un guiso de cuchara. Pruébalo también con alcachofas, te llevarás gratas sorpresas. Y, cómo no, con postres de frutas como las fresas ácidas.
Además de sus buenas migas con la comida, el rosado permite diferentes y refrescantes maneras de tomarlo. A los más rompedores os sugerimos que os atreváis a probar un frosé. Congela tu rosado, tritúralo y añádele un poco de zumo de limón. ¡La vie en rose no ha hecho más que empezar!