Quinta Milú es un proyecto honesto, artesanal, apegado a la gente del vino, que exalta la magia de las pequeñas cosas y que además está arrasando. Por todo eso, no podía faltar aquí. [break]
En apenas 10 meses agotan normalmente toda la producción anual de la bodega, pero para comprobar el porqué de su éxito, basta con llevarse a la boca su vino más joven: Milú, tremendamente agradable, vertical, fácil de beber y por debajo de los 7€ en Venta Privada. ¿Quién puede resistirse a una tentación así?
Milú es el apócope de “Mi Lucas”, nombre del hijo mayor de Germán R. Blanco, el alma máter de este proyecto. Germán, asturiano de nacimiento y enólogo de formación, trabajó en varias bodegas burgalesas hasta que en 2006 decidió unir fuerzas con su amigo José Luis Herrero para dar forma a lo que hoy es Quinta Milú.
Para la puesta en marcha de este proyecto eligieron una ubicación muy concreta: La Aguilera, localidad situada a poco más de 10 kilómetros de Aranda de Duero. “Debemos de ser una de las pocas bodegas de Ribera del Duero que elabora todos sus vinos con uva propia cultivada en un único pueblo”, reivindica Germán.
¿Y por qué La Aguilera? Pues tiene su razón de ser. Este es uno de los pueblos más altos de la Ribera del Duero, con viñedos ubicados en multitud de orientaciones, y esto ayuda a la uva en muchos aspectos a la hora de madurar. Además es uno de los rincones con mayor viña vieja de la denominación, y como dice Germán, es un pueblo donde todavía en pleno 2017 se pueden encontrar fácilmente viticultores de verdad, “de esos que van todos los días a la viña sea la época del año que sea”.
En ese entorno, que respira vino por los cuatro costados, y del que Germán se enamoró nada más terminar sus estudios, nacen unos vinos que define como “muy artesanales”. ¿El motivo? “¡Lo hacemos con nuestros pies y manos!”, dice orgulloso.
Y es que en Quinta Milú todo está encaminado a exprimir la esencia de la uva, despalillando lo menos posible, pisando con los pies, controlando el vigor de las cepas, evitando el uso de pesticidas y herbicidas (solo usan azufre e infusiones de ortiga y cola de caballo), y no filtrando ni clarificando. “Sólo le damos tiempo al invierno para que cuando llega la primavera podamos ofrecer el vino libre y disfrutable que nosotros queremos”.
Y como la primavera ya está llamando a la puerta, una nueva versión de Milú también sale al mercado ahora, la que se vendimió hace apenas 5 meses, en una añada 2016 que os presentamos en primicia y que según nos cuenta Germán se presenta más fresca y atlántica que las dos anteriores. Y es que haciendo gala de su origen astur, lo reconoce: “A mí es que no me gustan demasiado las añadas cálidas”.
Germán R. Blanco es un viticultor inquieto, preocupado porque sus vinos reflejen minuciosamente la tierra de la que proceden. Impulsado por este afán de retratar el terruño, Germán ha creado proyectos en Rioja, Ribera del Duero y en León.
De lunes a jueves de 09:30 a 18:30 y viernes de 09:30 a 15:30 (excepto festivos)
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Vi 09:30 a 15:30.
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