En Nueva Zelanda hay más ovejas que habitantes, pero por suerte, ocurre lo mismo con el número de uvas de Sauvignon blanc y Pinot noir. [break]
Estas dos variedades, con las que se elaboran algunos de los mejores vinos franceses, están también entre las más cultivadas de Nueva Zelanda, y encuentran en sus suelos y en su clima la forma de expresarse con una personalidad que ha conquistado a nuestro equipo de cata.
Seducidos por el carácter diferencial de estos vinos con respecto a otros que habíamos probado antes con estas variedades, nos encontramos la grata sorpresa de descubrir que detrás de ambos se encuentra la historia de un hombre que merece la pena conocer: Nikola Nobilo.
Nikola fue un croata perteneciente a una familia con una tradición vitivinícola que se remonta a hace más de 300 años. Decidió abandonar su país natal en 1936 cuando la guerra amenazaba a su familia. Junto con su mujer Zuva quiso pasar página y comenzar una nueva vida en la otra parte del mundo, llevando con ellos su pasión por el vino.
Los comienzos no fueron fáciles, ya que las leyes neozelandesas no favorecían a la industria del vino, y los “kiwis” (como se llaman los habitantes de este país entre ellos) no tenían la costumbre de acompañar sus comidas con vino como sí hacían los europeos.
Nikola se vio así forzado a presionar al Gobierno para que rebajara las presiones sobre la industria y con ello se fomentara una cultura vitivinícola casi inexistente hasta ese momento. De esta forma, en 1943 plantó sus primeras vides en Nueva Zelanda y comenzó a hacer su sueño realidad.
En la década de los 70 Nikola ya era un enólogo de éxito, y en 1994 fue galardonado con la Medalla de la Orden del Imperio Británico por su contribución a la industria del vino en el país. Actualmente está considerado uno de los introductores de variedades foráneas en Nueva Zelanda y uno de los pioneros del vino en esta parte del globo.
Sus vinos han encontrado hoy en día continuación en la figura enólogo David Edmonds, ya que Nikola falleció en el año 2007. Sobre ellos os diremos que del Sauvignon blanc nos ha sorprendido su carácter cítrico y herbáceo, con notas de césped recién cortado y pimiento verde sobresaliendo sobre el resto. También es muy destacable su cremosidad en boca y su acertado equilibrio.
Y en cuanto al tinto, nos parece un Pinot noir de libro, con sus características notas de fruta roja, su facilidad de trago y su frescura. Eso sí, con unos interesantes recuerdos a helado de fresas con nata que lo hacen más apetecible si cabe.
Situados en el extremo más oriental del mapamundi, los viñedos de Nobilo, plantados a mediados del siglo XX por el matrimonio Nobilo, son los primeros en ver amanecer.
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