Cuando hace 25 años Josefina Martín Berdugo, su marido y sus hijos se plantearon qué hacer con las casi cien hectáreas de terreno que poseían en una árida terraza sobre el río Duero, la respuesta la encontraron en su árbol genealógico. [break]
Era 1990 y la azucarera de Aranda del Duero acababa de echar el cierre, por lo que el cultivo de remolacha al que habían destinado ese terreno en los últimos años ya no tenía sentido. Echando la vista atrás, el clan Martín Berdugo recordó el uso vinícola que le habían dado a la zona la madre y el abuelo de la matriarca, y por ello decidieron volver a los orígenes plantando viñas en un suelo que, por su composición pedregosa y pobreza en materia orgánica, no pedía casi otra cosa.
Durante los primeros 10 años, la Tempranillo obtenida de esas jóvenes viñas fue destinada en su totalidad a algunas de las bodegas más punteras de la Ribera del Duero. Pero poco a poco, los hijos de Josefina, con Antonio Díez Martín al frente, fueron adquiriendo los conocimientos necesarios para ir convirtiéndose en elaboradores.
Cuando llegó el momento, el propio Antonio (que actualmente es el gerente de la bodega) lo tuvo claro. “Quería hacer unos vinos diferentes a lo que estaba produciendo la mayor parte de la denominación, que estuvieran destinados no al público de mis padres, sino al de mis amigos”. Por ello, en el año 2000 puso en marcha la bodega bajo una filosofía moderna, innovadora y donde los gustos de los nuevos consumidores estuvieran presentes por encima de todo.
Aunque los Martín Berdugo ya eran propietarios desde hacía tiempo de pequeñas bodegas subterráneas y lagares en Aranda, lo que se proponían entonces eran palabras mayores. “No queríamos vivir del pasado, y por ello proyectamos una bodega moderna, adecuada a los nuevos tiempos”. El edificio, diseñado por Vicky Daroca y María Viñé, fue premiado en 2005 y se ha convertido en la actualidad en un referente de la llamada enoarquitectura.
Sin embargo, la historia de los Martín Berdugo no ha sido siempre tan fácil ni feliz. En el verano de 2013, un rayo cayó sobre el edificio de elaboración incendiando la mayor parte de las instalaciones. “Perdimos toda la cosecha 2011 de nuestro Crianza entre otros daños materiales y estuvimos a punto de abandonar”, cuentan. Lejos de tirar la toalla, la experiencia fue la excusa perfecta para modernizar los procesos de elaboración, que hoy en día se llevan a cabo en gran medida mediante gravedad, evitando el uso de bombas y otros instrumentos mecánicos.
Los dos vinos que aquí os presentamos forman parte de ese espíritu luchador y emprendedor que siempre ha caracterizado a la familia. “Están alejados de la tanicidad que a veces encontramos en Ribera, y buscamos con ellos un perfil muy fresco y frutal. Lo que queremos es que mientras los bebes, sientas como si te estuvieras comiendo directamente las uvas de nuestros viñedos” nos dice Antonio, para quien sus vinos son solo una excusa para compartir y disfrutar la vida en compañía, igual que hace él con su bodega familiar.
Ubicada en plena localidad de Aranda de Duero, una de las capitales vinícolas de la ribera burgalesa, Martín Berdugo es una bodega joven que apuesta por la innovación sin perder su carácter familiar.
De lunes a jueves de 09:30 a 18:30 y viernes de 09:30 a 15:30 (excepto festivos)
General: 91 198 12 37
Lu/Ju 09:30 a 18:30
Vi 09:30 a 15:30.
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