En la quinta parada de nuestra ruta nos detenemos en tres regiones diferenciadas pero con mucho en común: Navarra, Aragón y País Vasco. En nuestro itinerario encontramos un paisaje diverso con los vinos de raza de Navarra; en Aragón la D.O. Calatayud, una de las cunas de la Garnacha a menos de 100 kilómetros de Zaragoza; cerca del Moncayo, las Garnachas centenarias de Campo de Borja; pasando por una zona poco conocida, la Ribera del Queiles, y para terminar los txakolis del País Vasco. [break]
En Navarra se produce una situación excepcional, prácticamente única en la Península Ibérica: la confluencia de los climas atlántico, continental y mediterráneo, una circunstancia que marca profundamente el paisaje y los vinos navarros.
Aragón
El Moncayo es el elemento omnipresente y la inspiración que rodea los viñedos regulados por la denominación Campo de Borja. Entre los tintos destacan sus monovarietales de la autóctona y expresiva Garnacha, así como los que combinan esta variedad con Tempranillo, Cabernet sauvignon, Syrah y Merlot.
Precisamente, la mejor relación calidad-precio de la Garnacha aragonesa la encontramos en los vinos de Borsao, quienes iniciaron la nueva era de la denominación Campo de Borja y sorprendieron gratamente con una propuesta de calidad, vinos llenos de fruta roja y toques florales que se beben con una facilidad tremenda y nunca defraudan.
En la Ribera del Queiles, situada a tan sólo unos pasos de distancia de La Rioja siguiendo el Ebro aguas abajo, se descubrió un triángulo descrito entre el propio río y la parte más oriental del sector noroeste de la cadena montañosa del Sistema Ibérico, que conservaba plenamente las condiciones de La Rioja, tanto en lo referente a geología como a las características edafológicas de los suelos y a las condiciones climatológicas, pero con la ventaja añadida de una enorme libertad creativa. Allí encontramos una Garnacha o los vinos de Winery Arts de Vintae.
Para finalizar, los blancos que mejor nos recuerdan a las olas rompiendo en los acantilados es el Txakoli de la denominación de origen Vizcaya, su variedad estrella, la Hondarrabi zuri, nace cerca de la costa e imprime a los vinos una típica acidez vibrante.