Convento de Las Claras es un hotel diseñado sobre un antiguo convento. Pero también es un vino y el nombre del proyecto de José Carlos Álvarez, ingeniero agrónomo, enólogo y director técnico, un hombre polifacético que comenzó su carrera en el Consejo regulador de la Denominación Ribera del Duero, primero como investigador y luego como director general entre los años 1996 y 2002. Trabajó como enólogo en Rías Baixas y en bodegas prestigiosas de Ribera del Duero hasta que un día, sentado con el propietario del hotel Convento Las Claras, se animó a elaborar un vino para el hotel, el que sería su primer proyecto personal de elaboración de vino.
Con sus credenciales podréis constatar que no es ningún novato, aunque su proyecto personal lleve tan sólo un par de añadas en el mercado, José Carlos tiene 25 años elaborando en Ribera del Duero y aún más, su tesis doctoral se basó en los viñedos viejos de la zona, por lo que durante 12 años se controló al dedillo las 24 parcelas objeto de su estudio.[break]
Cuando empezó no tenía bodega propia, y todavía no la tiene porque para José Carlos lo realmente importante reside en la viña. Tenía muy claro que quería elaborar con un viñedo muy concreto de un viticultor con el que llevaba años trabajando. Peñafiel tiene la fama pero en realidad, es en Burgos donde se puede encontrar la viña vieja, y allí, en Aguilera, localizó los cinco tipos de suelos que quería para sus vinos.
Su obsesión por los suelos es realmente contagiosa. Se considera un científico más que otra cosa, y una vez que entra en bodega, suele meter la nariz en el depósito, justo después de la fermentación alcohólica, para aspirar los aromas de lo que da el terroir. Su mayor satisfacción es que los vinos transmitan, y por ello, su vino Heritage es una radiografía evidente de los diferentes suelos de la Ribera del Duero.
Con la primera añada de su vino joven, Convento de Las Claras, sorprendió al propio Robert Parker, que cautivado por sus aromas de fruta roja, lo premió con 93 puntos. No busca la regularidad en las añadas porque considera que el clima debe aparecer en el vino. Aún así apostilla “el efecto terroir sí que es eterno. Lleva 25 millones de años allí y te aporta tipicidad. Si la cosecha es excelente, la expresión del terroir se magnifica y si la cosecha es regular, el terroir no tiene la culpa”. Sus vinos no se encuentran fácilmente en España, y es que exporta el 80% de la producción. Nadie es profeta en su tierra.
La experiencia acumulada por el enólogo José Carlos Álvarez en Ribera del Duero a lo largo de muchos años, tanto en grandes bodegas como en el propio Consejo Regulador de la DO, se concreta en este proyecto fundado en 2010.
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