Beatriz Herranz recuerda de su niñez el viñedo de su abuelo, al que no llegó a conocer. Una viña en Cantarranas que muchos años después heredaría su madre y que la llevaría de vuelta a La Seca.
Ingeniera agrónoma y posteriormente enóloga, a Beatriz siempre le ha gustado la viticultura. Tras una primera vendimia en Méntrida, llevó a cabo un proceso de recuperación de viñas en Cebreros y posteriormente se trasladó a La Seca, para encargarse junto a su madre de un terreno heredado, la única parte de una viña que no estaba plantada. Empezó sola y desde 2017 cuenta con un socio de primer nivel, el enólogo Félix Crespo.
El proyecto es pequeño, cuidado, muy personal. La filosofía que Beatriz trasladó a Barco del Corneta se basa en entregar una versión de la Verdejo muy alejada de la homogenización imperante en la zona. Sus vinos se elaboran al margen de la DO Rueda aunque los viñedos de la zona de Cantalarrana están localizados en La Seca.
Primero nació Barco del Corneta, el Verdejo proveniente de los viñedos familiares en Cantalarrana. Barco del Corneta es el nombre de un pinar localizado en ese viñedo, el mismo de sus recuerdos de infancia. En 2013 ya con un proyecto consolidado, decide elaborar un Verdejo de mayor producción, es su vino regional Cucú, que se nutre de viñas ubicadas en La Seca y en Aldeanueva del Codonal (Segovia), un vino joven pero con toda la esencia de su filosofía.
En 2014 tras una inquietud personal por elaborar un tinto abre horizontes y decide elaborar en una zona que había conocido en la universidad: Arribes del Duero. Con gran potencial pero prácticamente olvidada, asume el reto de elaborar un monovarietal de la minoritaria variedad Juan García. El viñedo, de un viticultor, está ubicado en la localidad de Fermoselle, donde el Duero recoge las aguas del Tormes en un paisaje espectacular, de gran riqueza ecológica. Viñas viejas de 80 años sobre suelos graníticos, que entregan una uva con personalidad y grandes posibilidades cuando se la sabe trabajar.
En 2017 se incorpora al proyecto su amigo de la universidad Félix Crespo. Ingeniero agrónomo y enólogo con experiencias previas en Belondrade y en Comando G, Félix llega en un momento dulce para un proyecto que se está consolidando. En este mismo año deciden abandonar la nave alquilada y trasladar la bodega a una casa antigua de la Seca con patio, bodega subterránea y lagar. Tras la edificación de la nueva bodega, este tándem vinícola ofrecerá visitas a particulares.